COCHES CON DUENDE, II PARTE

El pasado febrero comenzábamos una serie de articulos con esos automóviles que han marcado una época y que hoy, décadas después, son tremendamente deseados y buscados por coleccionistas y amantes de[...]

El pasado febrero comenzábamos una serie de articulos con esos automóviles que han marcado una época y que hoy, décadas después, son tremendamente deseados y buscados por coleccionistas y amantes de la verdadera automoción. Coches con duende cuyas líneas y sensaciones los han convertido, en el mundo actual de la conducción 4.0, en coches añorados y muy recordados.


1. Aston Martin DB5. Probablemente el automóvil que más debe al séptimo arte. Aunque su belleza es indiscutible, el que el espía más famoso de la historia lo escogiera para mantener el mundo lejos de las garras del mal lo convirtió en todo un objeto de deseo. En Goldfinger, estrenada en 1964, poco después de que el coche fuera presentado en sociedad, Sean Connery lo condujo con multitud de gadgets haciendo de él un arma tan necesaria como indestructible. El DB5 también apareció en “Operación Trueno”, “Goldeneye”, “El mañana nunca muere”, “El mundo nunca es suficiente”, “Casino Royale”, “Skyfall”, “Spectre” y en “Sin tiempo para morir”.
 
Con carrocería de dos puertas, de aleación de magnesio diseñada por los italianos de Carrozzeria Touring Superleggera, 6 cilindros en línea de 4 litros, las reconocibles llantas cromadas, 4 marchas, 286 CV de potencia y 240 km/h de velocidad máxima marcó una nueva época. Como la mayoría de los automóviles que recoge esta serie, fue fabricado en la década de los 60, la década en la que nacieron los coches más bonitos nunca fabricados, este, en concreto, en 1963.


Hacerse hoy con uno no es tarea sencilla pues a pesar de tener el dinero suficiente el DB5 solo se fabricó durante dos años. Apenas 1.059 unidades vieron la luz y encontrar uno a la venta en buen estado es francamente difícil pues la inmensa mayoría está a buen recaudo en manos de coleccionistas. Varias versiones se hicieron del DB5, aunque el coupé sigue siendo la más codiciada.


2. Ferrari F40. Creado, como antes era frecuente, en muy poco tiempo, concretamente en solo 13 meses, el F40 es probablemente el coche más mítico de la década de los 80. Afirmar esto no deja de ser un acto de valentía pues en los mismos años circulaban por las carreteras coches tan extraordinarios como el Porsche 959, el propio Ferrari Testarossa, el F50, el Lamborghini Countach, el Diablo, el Jaguar XJ220 y el Bugatti EB110. Como comentábamos en el capítulo que inauguraba esta serie, son los coches que se diseñaron en muy poco tiempo los más bellos. 13 meses desde una cuartilla en blanco hasta verlo en un concesionario para su venta no deja mucho tiempo a que departamentos como el financiero encuentren las respuestas a sus preguntas, preguntas que obviamente giran sobre la posible rentabilidad o no del vehículo diseñado. Solo diseño y caballaje eran objetivo de aquellos coches exprés.
 

El F40, modelo que conmemoraba el 40º aniversario de la marca italiana, fue el último que vio en vida Enzo Ferrari y cuya premisa de batir todos los récords prestacionales de la época cumplió. Un deportivo en su sentido más purista: biplaza, ni ABS, ni dirección asistida, tampoco aire acondicionado, nada de equipo de radio, tiradores de cuerda para las puertas…todo para conseguir el peso más bajo, 1.100Kg.
Aquel alerón trasero, su reconocible figura, las llantas de cinco radios y la luna trasera con branquias hicieron de este coche uno de esos amores de juventud de muchos de nosotros imposible de olvidar.
 
Motor V8 biturbo IHI de 2,9 litros, 478 cv, más de 320 km/h…incómodo, ruidoso y muy radical. Conducirlo a buen ritmo era toda una proeza, algo sólo apto para usuarios experimentados o inconscientes, un verdadero coche de carreras matriculado. Claramente, y a pesar de no haberse fabricado en la década de los 60, el F40 es uno de los mayores mitos de la historia de la automoción.


3. Alfa Romeo 33, Stradale. Basado en el Alfa Romeo Tipo 33 de carreras, fue diseñado por Franco Scaglione y se dejó ver por primera vez en 1967 en el Sport Car Show de Monza. La palabra Stradale significa, literalmente, vehículo matriculable legalmente. Fue el primer automóvil de producción en usar puertas de mariposa, puertas que se abrían hacia arriba. Aunque recuerda en cierta forma al GT40, el Alfa media algo menos de 4 metros y solo 99 centímetros de altura lo que obligaba a tener los asientos muy bajos para que su propietario no se golpeara con el techo. El interior estaba bastante cuidado para un deportivo creado en el 67. Todo ello para conseguir el mismo objetivo que los deportivos de su generación: el más bonito diseño y el motor más potente.
 
Con una mecánica menos radical que muchos de ellos, motor 2.0 V8, 227 CV y 206 Nm de par motor, tracción trasera, seis velocidades y solo 700Kg de peso! No obstante, lo más llamativo es que de las 18 unidades que se fabricaron ninguna era igual a otra. Esto es debido a que Marazzi (el carrocero) las fabricó todas a mano. Y si 18 fue un número casi anecdótico todavía ese número se vio reducido más pues cinco 33 Stradale fueron customizados por los principales carroceros de la época consiguiendo, por cierto, algunos de los concept cars más bellos jamás creados. Y de la mano de estos carroceros nacieron modelos como el Alfa Romeo Iguana de Italdesign, diseñado por Giorgetto Giugiaro, el Alfa Romeo P33 Roadster de Pininfarina, en 1968, el Alfa Romeo 33.2 Coupe Speciale de 1969, el Alfa Romeo Cuneo de 1971, el Alfa Romeo Carabo de 1968, obra de Bertone, o el Alfa Romeo Navajo de 1976.


El sonido de sus escapes es verdaderamente embriagador (ver video) aún siendo su línea lo que hace del Alfa Romeo uno de los coches más bonitos jamás diseñados. Si en su tiempo ya fue el coche más caro de producción (costaba casi un 30% más que el Miura) hoy es de los más caros debido a su increíble belleza y a las pocas unidades fabricadas.


4. Lamborghini Miura. El primer superdeportivo de la historia del automóvil. Un vehículo que nació como un desafío personal de Ferruccio Lamborghini frente a Enzo Ferrari quien le despreció en más de una ocasión por ser, por entonces, Lamborghini un fabricante de tractores. De manera secreta los diseñadores de la firma del Toro, concretamente Marcello Gandini, fijándose en el Ford GT40 de las 24 Horas de Le Mans, montan también el motor en posición central situado transversalmente con un enorme V12, 3,9 litros y sobre un chasis muy ligero que ya contaba con frenos de disco y suspensiones independientes. Aunque en 1965 se presenta el concepto en el Salón de Turín con gran acogida, es en el Salón de Ginebra de 1966 cuando se puede ver el primer Miura.
 
La elegancia, deportividad y sobriedad del Miura lo convirtieron en uno de los coches más bonitos. No obstante, ese olfato para el marketing tan especial de los italianos hizo que Ferruccio el año del lanzamiento del Miura llevara una unidad al Casino de Montecarlo durante la celebración del Gran Premio de Fórmula 1. Esto despertó la curiosidad de los que no mucho más tarde terminaron haciéndose con uno de sus ejemplares.


Al contrario que coches incluso posteriores como el F40, el Miura si bien era sobre todo belleza y potencia, también se dejaba conducir pues era bastante noble al tener un reparto de pesos muy conseguido. El interior hoy sería difícil de ver en un coche, pero qué duda cabe que no podía ser más acertado para rimar con las líneas exteriores del coche. Con el Lamborghini Miura Marcello Gandini se gana ya para siempre el aplauso del público más exquisito permitiéndose fabricar posteriormente otros coches, igualmente míticos, como el Countach, el Diablo o el Lancia Stratos, también coches con duende y por siempre ya iconos del automóvil.

5. Ford GT40. El único coche de la lista no diseñado por italianos. La historia de Ford GT es una historia de superación, una clara demostración de que, si uno se propone algo y lucha con todas sus fuerzas por ello, todo se puede conseguir y, como es el caso, fabricar uno de los coches más importantes de la historia del automóvil.
 
A comienzos de los años 60, Henry Ford II tenía muchas ganas de participar en una carrera que diera a sus coches reputación mundial y, cómo no, ganar las 24 Horas de Le Mans era el sueño de todo fabricante de coches. Una carrera donde la resistencia de los vehículos se ponía a prueba. Como de todos es sabido para conseguirlo intentó comprar la sección de carreras de Ferrari, aunque a última hora la operación se truncó. Ante este desplante Ford empezó a trabajar con marcas como Lotus o Lola y con estos últimos se formó un equipo que desarrollo entre Michigan e Inglaterra el laureado Ford GT, coche que empezó a ser testado en 1963.


Un propulsor de 4.2 litros, 320 km/h, un habitáculo suficientemente cómodo para aguantar una carrera tan larga como Le Mans y una línea muy aerodinámica que empezó a dar sus resultados en las 24 horas de Daytona. Pero lo mejor estaba por llegar.  En Las 24 Horas de Le Mans de 1966 se inscribieron ocho ejemplares y se obró el sueño de Henry Ford: tres Ford GT40 cruzaban juntos la línea de meta, mostrando la clara superioridad del modelo y dejando a Enzo Ferrari totalmente descompuesto.
 
Un dominio que duró tres años, tiempo durante el cual el Ford GT40 volvería a ganar Le Mans convirtiéndose en uno de los automóviles de carreras más laureado de todos los tiempos. El GT40 ganó prácticamente todo colocando a Ford en la cúspide del motorsport.  Muchos de aquellos coches llegaron también a la calle, tras ser homologados, convirtiéndose a su vez en el primer superdeportivo de la historia de Ford.


Independientemente del modelo de los aquí tratados guste más, hay que reconocer que todos eran coche con alma. Coches que presumían de sus motores, de hecho, no se solían exponer si no era con el capó levantado (igualito que ahora), coches donde el diseño predominaba frente a cualquier otra variable. Obviamente su conductor buscaba sensaciones puras de conducción y no daba importancia ni a los sistemas de seguridad, ni a la comodidad, ni a cosas tan prescindibles como el aire acondicionado o el equipo de música. Si bien hoy son infinidad los factores que impedirían ver vehículos como estos toca admitir que aquellos eran deportivos con letras mayúsculas y para los amantes de las cosas bellas recordarlos es un ejercicio de justicia automovilística.
 
El Aristócrata

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COMENTARIOS

5 comentarios

  1. Qué autos más maravillosos. Pero, efectivamente, son autos del pasado. Ahora por coches con duende nos quieren vender IPhones con ruedas. Estos también son automóviles, pero sin alma, coches de usar y tirar, coches para ir de un punto a otro pero no coches para pasear, disfrutar, soñar, coleccionar, invertir… vehículos nada más. Tan excitantes como los autobuses de la flota municipal.

    Disfruté con su columna. Enhorabuena!

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  2. Feliz Semana Santa a todos,

    Gran elección sin ninguna duda. Lástima que los actuales propietarios no sepan apreciar lo que tienen. Millonarios que acumulan ni lo que saben ni entiende. El F40 es de otromplaneta. El Db5 hizo que me volviesen loco los Aston. Y como se comenta en el artículo el F50 un poco denostado para mi gusto, también tiene duende y en coches modernos el Bentley Continetal GT es una obra de arte.

    Un saludo,

    Eneko

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  3. Los tres minutos del primer vídeo (007) son de los más míticos de toda la saga. Y si te gustan los coches… de chuparte los dedos. Además, la frase del “ego” hoy sería impensable. Gracias por compartirlo.

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  4. Tan especiales como bonitos. Hoy también se fabrican autos preciosos aunque es cierto que no tienen el encanto de aquellos. Los años 30 para vestir y los sesenta para conducir. Gracias por su página

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  5. Buenas noches,

    En primer lugar enhorabuena por el “nuevo” estilo del blog, donde se tratan temas tan interesantes, como el arte del buen vestir, relojes y coches.
    En cuanto, al artículo una maravilla ¡qué diferencia con los coches actuales!

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