BESPOKE CXIII: SEGUNDA PRUEBA CHAQUETA SAHARIANA

Han pasado ya cuatro meses desde que fotografiamos la primera prueba de esta chaqueta sahariana.[...]

Han pasado ya cuatro meses desde que fotografiamos la primera prueba de esta chaqueta sahariana. Esto ha sido debido en parte por culpa de la gran cantidad que tiene Joaquín, pero, sobre todo, por mi dificultad en encontrar el tiempo que requiere una prueba poco avanzada como esta. Además, tocaba no solo probar la chaqueta sino también dos pantalones para combinar con ella.

La chaqueta sahariana es una prenda cuyo diseño es abierto y admite cortes diferentes. Nosotros, partiendo de un concepto generalista, la diseñamos desde cero, escogiendo para ella tanto una tela poco común como un corte y unos detalles muy concretos. Quizás sea esto lo que la hace tan especial; será mi chaqueta y la de nadie más. Esto es de las cosas más maravillosas de la sastrería: el poder contar con prendas únicas. Únicas no ya solo en cuanto a su hechura sino, como es el caso, también en cuanto a su tela y diseño.

Cierto que dos “americanas” pueden diferir en sus bolsillos, por ejemplo, en una rectos y en otra de medialuna, en el ancho de sus solapas, en dos o una abertura trasera etc. Pero, no obstante, no dejan de ser prendas muy parecidas. Sin embargo, chaquetas como esta, la de moto en la que también estamos trabajando o como en la misma blazer que os presentábamos hace unas semanas, sus diseños únicos las convierten en prendas irrepetibles y con una enorme personalidad.

Hoy la oferta de casas de tejidos y de diseños es amplísima no resultando tan difícil dar con una tela a la que a nadie más verás. No obstante, esa posibilidad, por remota que sea, siempre existirá. En cambio, de acudir a una casa especializada, no tanto en la confección de trajes, sino en la venta de telas, resulta posible encontrar un retal antiguo que asegura, esta vez sí, que sea prácticamente imposible cruzarse con alguien con tu misma tela. Y eso fue lo que hicimos adquiriendo este tweed del telar inglés W. Bill de 400 gramos en Jugmann & Neffe.

El dibujo de la tela me influye siempre de cara al diseño, en este caso, de la chaqueta. No puede ser igual de valiente la chaqueta confeccionada con un cachemire azul oscuro que una como esta con tela de Tweed, de cuadro de gran tamaño y de un color menos formal. Claramente esta es la parte de todo el proceso con la que más disfruto: el pensar qué hacer con esa tela que tengo en las manos. Sin ser un gran dibujante plasmo en papel la idea y con ayuda de alguien más avezado en algún programa de diseño la terminamos de definir.

Esta chaqueta sahariana no es igual a ninguna otra que hayáis podido ver. Si ya de por sí no resulta fácil que alguien se aventure a acudir a un sastre para mandarse confeccionar un “experimento” como este, menos lo es todavía jugársela con un diseño no visto antes y con el que no sabes el resultado. Tampoco, muy probablemente, el sastre haya hecho una igual; o, al menos, no recientemente. Por ello, hay que estar abierto a que la prenda final no sea exactamente lo que teníamos en mente en un inicio. También la hechura pudiera diferir de lo que imaginábamos en ese inicio.

En el caso que nos ocupa, se puede ver lo bueno y lo malo de apostar por estas chaquetas tan especiales. Lo malo: que en Jugmann & Neffe solo quedaban 2.5 metros de esta tela y quisimos que dieran demasiado de sí. Dos pinzas a la altura del pecho, muy estéticas pero imposibles con esta limitación de tela, movieron todos los dibujos de la chaqueta para arriba impidiendo que casaran con sus homólogos de las mangas.

Aunque no serán muchos los que se den cuentan, no deja de ser un fallo que desmejora el bonito resultado final. Lo bueno: pues todo lo demás. Un diseño único, una tela ya imposible de encontrar e infinidad de detalles – bolsillos, solapas, cinturón, pasadores etc -. Y, además de todo eso, un corte muy diferente a el de una chaqueta estándar.

Tres botones en línea pensados para abotonarse los tres, un frontal que cae recto en toda su extensión y que se sobrepone al contrario como haría un abrigo, dos pinzas en la espalda para asegurarnos comodidad y libertad de movimientos, dos aberturas traseras que quizás no sean propias de la chaqueta sahariana pero que garantizan podernos sentar con ella, unos bolsillos de gran amplitud con fuelle listos de llenarse de cosas o un escote muy cerrado son todas particularidades que convierten a esta sahariana en una chaqueta muy diferente.

La sahariana lleva un trabajo extra y por ello toca encontrar al sastre que no solo no le resulte un problema meterle mano, sino que disfrute confeccionándola. Y como sabéis los que lo conocéis a Joaquín Fernández Prats él es uno de ellos. Puede que se esconda cuando te vea entrar por la puerta o que diga en la sastrería que si preguntas por él no está. Pero la realidad es que, una vez superado el susto de la idea, termina ilusionándose tanto como tú y no tiene problema en acompañarte en el viaje. Y esto es de agradecer pues, por ejemplo, no hay tantos sastres que sabiendo las horas extras que entraña el encargo para no fallar te configuren la prenda con otra tela y le terminen dedicando bastantes más semanas que a sus encargos habituales.

La chaqueta sahariana permite un uso bastante polivalente. Pudiéndose vestir incluso con corbata, la realidad es que se trata de una chaqueta de sport y, quizás, por ello cobre más sentido en una vestimenta informal. De hecho, se entalla menos que una chaqueta normal para que pueda vestirse haciendo las veces de un tres cuartos. De ahí que también su longitud sea algo mayor a la de una chaqueta normal.

Un jersey de pico combinará mejor con el poco escote que se enseña que una corbata. Y para poder vestirse haciendo las veces de sobretodo y sin perder libertad de movimientos la sahariana debe quedar suelta. Ya estará luego el cinturón para ajustárnosla según nos interese. La falta de hombreras juega con esa imagen de chaqueta de tiempo libre muy parecida a nuestra querida teba.

Dicho esto, para darle un mayor uso, mandamos confeccionar dos tipos de pantalones. Uno azul marino de franela, sin pinzas, para cinturón y algo más ceñido y otro gris claro, también de franela, con pinzas invertidas, para tirantes y más suelto. Ambos con vueltas y con pletinas laterales. El primero para combinarse con la chaqueta a modo informal y el segundo para probar el conjunto con corbata. Una vez terminados seguro que vosotros decidiréis la mejor opción.

Viendo el conjunto muy avanzado las ganas de tenerlo en el armario aumentan; y eso que las temperaturas ya no acompañarán hasta dentro de varios meses. Toca ahora bucear por muestrarios de botones, ver si el cinturón con una fina entretela de cuello de camisa gana algo de consistencia, ajustar el cuello, subir un hombro, sacar una manga medio centímetro, limpiar la parte alta y la caída de los pantalones y volver a probar para que la tercera prueba sea, ojalá, la última.

Animándoos a todos a aventuraros y disfrutar de la sastrería en todo su esplendor, ojalá deis una oportunidad a prendas menos habituales y, sobre todo, a prendas con alma.

El Aristócrata

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COMENTARIOS

12 comentarios

  1. Nunca me atrevería con algo así, lo que no quita que me encante. No sé si os pasa a alguno pero hay prendas que no veo en mí pero las veo en otro y me parecen como poco interesantes

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  2. Muchas chaquetas hay que tener para aventurarse con algo así. Me imagino que es el caso de quien escribe. En el mío, hubiera preferido con esa tela una chaqueta normal de tweed.

    Andrés

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  3. El cinturón, con una hebilla de piel seguro que gana, de otra forma presenta cierto aire de batín que no me gusta.
    En cualquier caso sigue siendo una chaqueta diferente y estilos.

    Saludos.

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  4. Hola,
    No sé si me equivoco pero me da un aire como de modelo de chaqueta Norfolk, de las que apenas se ven.
    A la espera de ver el resultado final
    Saludos

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  5. Para mi gusto muy original y súper elegante. Obviamente, no es para todo el mundo. Aunque doy por hecho que quien la ha elegido es consciente de ello. Enhorabuena Aristócrata. ¡Una pasada!

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  6. Para los que no distinguen un frac de un esmoquin, decirles que esta chaqueta es una chaqueta sahariana. Y el corte aquí ejecutado se ciñe a lo que debería ser esta prenda. Que no guste es una cosa pero comprarlo con un batín o una bata de baño denota una cultura sartorial, en el mejor de los casos, escasa.

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  7. Buenos días,

    Me encanta el trabajo en la chaqueta, salvo el hombro izquierdo, tercera foto, pero me parece un gran trabajo. Una lástima la falta de tela, ya que complica todo y a pesar de ello, me parece buenísimo.

    La cintura del pantalón gris me encanta, la trasera, de momento no, pero mejorará la caída seguro. Me encantaría ver el azul, entiendo que vendrá detallado en otro artículo.

    Y como no todo van a ser flores, los zapatos que lleva no me gustan nada.

    La frase de la semana sí y me alegra ver que el Tourbillon no se queda en la caja fuerte.

    Muchísimas gracias por compartir sus artículos.

    Feliz semana.

    Eneko

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