En países como el nuestro somos muy propensos tanto a magnificar como a denostar a alguien o a algo en cuestión solo de días. Apenas hay periodo de maduración o de prueba.
Basta con tener una buena racha para que un recién llegado sea considerado como el nuevo Di Stéfano del fútbol o salir en tres portadas para convertirse en la nueva Claudia Schiffer. Y viceversa, sobran los ejemplos.
En el caso de los relojes inteligentes las sentencias lapidadoras han seguido esta misma tendencia. Cuando la marca Apple lanzaba al mercado el Apple Watch muchos críticos de relojes vaticinaban el final de la industria relojera tal y como se conocía hasta entonces. Incluso bastantes de ellos, sino la mayoría, comparaba la situación que estaba por vivirse con la conocida como crisis del cuarzo de finales de los años 70.
Sin embargo, durante dicha crisis fueron muchísimos puestos de trabajo los que se perdieron y muchas las fábricas que cerraron. Y nada de aquello es comparable, ni de lejos, al impacto que han tenido, o están teniendo, los relojes inteligentes. Quitando el Apple watch, reloj que sí ha jugado un papel importante en esta tendencia, la realidad es que las marcas premium que han incorporado un modelo inteligente a su catálogo, no han experimentado ese aumento tan importante de ventas que los críticos predecían.
Un reloj inteligente, por inteligente que sea, carece de alma y pasión, eso por no hablar del poco uso que se da a toda esa inteligencia pasadas unas semanas de la compra. Al igual que habrá coches a los que el tiempo les reprochará haber cambiado su ADN para ofrecer versiones diesel o incluso eléctricas, también hubo relojes que se sumaron a la moda del cuarzo y eso les manchó para siempre su historia, aún cuando ya nunca los volvieran a fabricar.
No sería de extrañar que las marcas relojeras premium que piensan que son millennials sus clientes potenciales escriban líneas en su historia no solo nada rentables sino también imposibles de borrar para siempre.
Estas marcas deben mantenerse ajenas a las modas y asumir que tanto antes como ahora será el exquisito, el conocedor y el de economía solvente, y no el millennial que busca el producto tecnológicamente más avanzado, el que seguirá comprando y gastándose el dinero en relojes con largo savoir faire. Este entiende y valora el concepto atemporal y de manufactura que se encuentra detrás de los mejores mecanismos y no se ve eligiendo uno alimentado por una pila y un chip por mucho que le avise de sus pulsaciones en reposo o le conecte vía bluetooth con el más allá.
Combinar un smart watch con corbata o ropa más o menos formal tampoco parecen ser la mejor opción. Su diseño es, por norma general, bastante moderno y no suele acertar con las líneas de la mayoría de los trajes. Aunque existen alternativas para los brazaletes, muchos de ellos son de plástico o de algún color llamativo, lo que puede arruinar la foto final de cualquier buen conjunto.
Vestir un traje cruzado artesanal con un smart watch es similar a vestir unos oxfords con traje de baño; hay siempre opciones mejores. Otro problema del reloj inteligente es que la demanda es asumida prácticamente por un mismo fabricante, algo que trae consigo que de ser amante de este reloj, tu muñeca termine uniformada e idéntica a la de la gran mayoría de quienes optan por este tipo de reloj.
Sin embargo, de escoger cualquier otro reloj, manufactura o no, podrás a través de él expresar tu personalidad y diferenciarte de todos aquellos que sucumben a la campaña de marketing del momento. Eso por no hablar de haber escogido un reloj manufactura, opción que dirá mucho más de su propietario que todos los indicadores del más moderno reloj inteligente.
El Aristócrata
8 comentarios
Convengo con la opinión manifestada en el artículo. Y no ya por el tema estético sino porque no termino de ver la utilidad de un reloj que es una prolongación del teléfono, en la muñeca. En cambio, estarán de acuerdo conmigo que las mejoras que han experimentado los relojes deportivos – para hacer deporte con ellos, no para vestir bermudas – sí son realmente notables y útiles. En particular los relojes orientados a la montaña. GPS, barómetro, altímetro, cuenta de descensos, desniveles acumulados, cal, HR y una infinidad de funciones que sí son útiles o al menos interesantes. Y algunos modelos incluso se pueden "vestir" con vaqueros y camiseta.
Saludos.
Javier.
En mi opinión mas allá de la utilidad extra de estos relojes,que no la discuto, en la mayoría de los casos estos relojes presentan dos grandes problemas. Uno la obsolescencia, dos batería. Uno independientemente de que el reloj pueda funcionar muchos años las aplicaciones sistemas de conexión y funcionalidades al igual que en móviles y similares quedan obsoletos rápidamente, quedan obsoletos en 2-3 años y si los exprimes tal vez 4-5. Dos está la batería que en ese tiempo también acaba muriendo y si te descuidas no se puede o no hay con que sustituirla. Esto hace que el reloj como objeto atemporal que puede ser herencia y no se que cosas mas no tiene cabida con estos relojes. Tal vez sea un romántico, pero los relojes al final quieren sera algo más que un ave de paso y quieren decir algo atemporal de su dueño. Es como el que se compra el reloj con un montón de esferas y cosas y a la postre acaba volviendo al reloj sencillo y de calidad.
Puede ser que quisiera decir "sentenecias lapidadoras" en lugar de "dilapidadoras"?
Sentencias lapidarias. Como este comentario.
El Apple Watch si que se ve y mucho.
3,5 millones de Apple Watch vendidos el segundo trimestre de 2018: nuevas estimaciones de Canalys.
"Los muertos que vos matáis gozan de buena salud"
F
“Quitando el Apple watch, reloj que sí ha jugado un papel importante en esta tendencia…”
Hay que leer antes de escribir 🙂
EA
Jeje , no se si estan muertos o no pero son tendencia y a los jovenes les gusta, otra cosa es que sean usados corectamente y para lo que se diseñaron y crearon, caballo grande ande o no ande .
un saludo desde corbtasygemelos.es