BESPOKE XCIII: CADA CHAQUETA UN BOTÓN

No es tan frecuente encontrar un amplio abanico de botones en las sastrerías, y no solo españolas. [...]

No es tan frecuente encontrar un amplio abanico de botones en las sastrerías, y no solo españolas. Es más, si se quiere un botón en concreto, como un botón de asta, es probable que tengamos que encargarnos nosotros mismos de localizarlo o, por el contrario, esperar a que llegue a la sastrería.

Obviamente, la función de abotonar una manga, un frontal, una portañuela la cumple igual un botón de plástico que cualquier otro. Sin embargo, parece lógico que si se cuenta con una buena tela, un acertado forro y, en definitiva, una prenda especial, los botones también lo sean. 

Acertar en la elección de los botones es algo sencillo. Bastará con prestar atención a dos cosas: al color de la chaqueta, abrigo etc., y al tejido. Otras como el tamaño de estos o su propia composición, aún siendo importantes, obedecen a pura lógica. Los botones frontales de un abrigo son de mayor diámetro que los de una chaqueta y si unos botones dorados quedan mejor en un Blazer, los de asta de ciervo aciertan más con una chaqueta de Tweed. Y ante la duda, dejar que el sastre nos aconseje. 

Ahora veremos algunos casos con los que podemos encontremos. Pero antes apuntar que se deberían dejar de lado los botones tipo fantasía, es decir, botones en colores llamativos, formas alejadas a las redondeadas, decorados a mano etc. En definitiva, nunca un botón debiese adquirir demasiado protagonismo; el protagonista es el abrigo o la chaqueta, pero no el botón (quizás por esta misma razón no entienda a aquellos que utilizan un color de hilo diferente para coser uno de los ojales de la manga de la chaqueta). 

Hay botones para trajes, tanto para los formales como para los informales, para blazers, para tejidos de Tweed, para abrigos, para chaqués, para esmóquines etc. Si en las blazers se puede escoger con botones dorados, plateados, de bronce e incluso con un determinado grabado, las chaquetas de Tweed admiten desde botones de piel tipo balón de futbol hasta de hueso. 

Las terminaciones más frecuentes con la brillante, la pulida o la de mate. Entre las tres las dos últimas parecen ser más adecuadas, principalmente porque no son pocos los trajes de confección que utilizan botones de plástico, plástico que suele tener terminación brillante. Si vamos a por un traje con mensaje de formalidad, los botones de corozo y de aspecto pulido armonizan acertadamente. Pudiera no ser fácil diferenciar el corozo del plástico a simple vista, pero bastará con morderlos para comprobar rápidamente si se trata de plástico o del compuesto 100% natural de corozo. 

Probablemente los puristas y los amantes del protocolo más clásico nos ayudarían en la elección del color apuntándonos que los botones deberían ser del mismo color que el de los zapatos. Para estos, tanto los trajes azules como los grises deberían hacerse combinar con botones negros si los zapatos son de dicho color y solo podrán ser marrones oscuros si así fueran los zapatos. Por ello, estos desaconsejan escoger botones azules o grises (también es cierto que encontrar botones en asta en estos colores no es tarea nada sencilla). En Inglaterra si no se especifica nada sobre el color de los botones lo más normal es que de ser un traje, incluso uno gris diplomático cruzado, estos sean negros y, casi siempre, con solo dos ojetes. Por su lado, en Italia muy probablemente nos los cosieran en marrón oscuro. 

Sinceramente, en este punto yo al menos no tengo una opinión tajante. En mi caso, prefiero comprobar el efecto estético del botón sobre la tela que hacerlo pensando en el zapato que con esa prenda vestiré; entre otras cosas porque es más que probable que alterne zapatos de tonos diferentes con la misma chaqueta o traje. Si me fijo en mis trajes veo que casi siempre he seguido la norma, sobre todo con los trajes azul marino, de botones del mismo tono del tejido, si no negros o, aunque en menor frecuencia, marrón oscuro. Dicho esto, lo que sí hay que tener en cuenta es que cuanto más claro sea el tono del botón más informal aparentará ser la prenda a la que acompañe. 

Algo que no me gusta con el esmoquin y el chaqué son los botones forrados. Quien sabe si es porque me recuerdan a conjuntos de alquiler y quizás por ello prefiera mucho antes botones de nácar, desde mi punto de vista mucho más elegantes y especiales. 

No hemos hablado de los botones de los pantalones y no por ello son menos importantes. De ser un pantalón independiente sigamos las mismas normas de las que hemos hablado a la hora de escoger los de la chaqueta. De tratarse de un pantalón independiente pensemos en el uso que le vayamos a dar, más formal o informal, y actuemos en consecuencia. Los puristas lo tendrán claro: siempre nácar en los botones exteriores de la cintura y de corozo, hueso o cuernos en bolsillos y portañuela (los botones por defecto de los pantalones de las sastrerías de siempre británicas).

Finalmente apuntar algo a lo que muy poca gente presta atención y que denota un importante conocimiento sartorial: los botones de las chaquetas cruzadas deben ser algo más grandes que los de hilera sencilla. Obviamente, los del abrigo lo deberían ser todavía más. 

Para otro capítulo dejamos temas también interesantes como si los botones se deberían tocar, sobreponer, las mangas contar con uno, dos, tres o cuatro botones, su correcto cosido o la conveniencia según sea nuestro físico de contar en el frontal con uno, dos o tres. O de ser cruzada con dos, cuatro o seis. 

El Aristócrata

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