En
este capítulo vamos a ver con más detenimiento el proceso de confección de un
abrigo cruzado a medida, con grandes guiños a los gabanes del siglo pasado, pero
con un corte más actual y acorde, sobre todo, a las placenteras temperaturas de
nuestros últimos inviernos.
Tras
conversar en diferentes ocasiones tanto con María Alonso y José Alonso como con
Daniel Schleissner sobre el corte del abrigo, todos teníamos claro que sería
cruzado. Todos ellos insistieron en que no solo por delante tenía que ser
especial sino también lo debería ser por detrás. Para ello diseñaron un corte trasero
abierto con pliegues y con un tablón en forma de cinturón que recuerda claramente
a gabanes de tiempos pasados “mejores”. Y decimos “mejores” porque hoy, son
pocas las personas que se fijan, y demandan, este tipo de detalles lo que hace
que carezca de sentido invertir un 30% más de tiempo en un trabajo que o bien
no se entiende o bien no se aprecia. Sin embargo, intentando cumplir con el
lema de esta página “Classic in a Style way” quisimos no privarnos del placer
de contar con un abrigo atemporal pero con un corte corto y ceñido y, en
definitiva, acorde con mi edad y con mi forma de vida.
La
elección de la tela junto al diseño de la prenda fue sin duda alguna la parte
más placentera de todo el proceso de confección del abrigo. Todo amante de las
telas disfruta tocando y apreciando las diferentes composiciones que hoy hacen
los mejores telares. Conforme se sienten unos y otros te llegas a dar cuenta de
la diferencia que puede haber entre un algodón 100%, un algodón con
cachemira, una cachemira con seda o, por
ejemplo, una seda con lino. Y conforme vas profundizando en el conocimiento de
los diferentes tejidos llegas a entender el porqué el precio del metro de
determinadas cachemiras puede hacer que una chaqueta llegue a costar hasta tres
veces lo que costaría de haberse hecho en lana.
Como
queríamos que este fuera un abrigo especial solo nos centramos en tejidos de
melton, de pelo de camello, de cachemira y de vicuña. Si bien hay que reconocer
que la vicuña 100% no tiene parangón ni en sus cualidades ni es su suavidad y
su tacto debe ser lo más cercano a lo que sería tocar el cielo, su precio (entre 6.000€ y 8.000€/metro precio venta público) lo hacía prácticamente prohibitivo. Sin embargo, Daniel siempre
ha sido un enamorado de este tejido y desde prácticamente que empezó en el
oficio de sastre fue, en la medida de sus posibilidades, comprando metros de
vicuña tanto a telares que iban desapareciendo como a sastres que se iban
jubilando y que todavía conservaban algunos metros de esta codiciada lana. Y
una de esas adquisiciones fueron casi tres metros de un tejido inglés formado
50%-50% por vicuña y cachemira. Este tejido fue en su día comercializado por la
ya desaparecida casa de tejidos catalana Gimtex y Daniel no dudó en hacerse con
él.
El
año pasado aprovechando la confección de una chaqueta en cachemira 100% y un
abrigo con mezcla lana-cachemira hablamos ya de las características de la
cachemira. Por ello, esta vez no lo volveremos a hacer y nos centraremos sólo
en la vicuña. La exclusividad de la vicuña viene en parte por la escasa oferta
de esta lana y por sus excelentes particularidades una vez convertida esa lana
en tejido. Cuenta con una trama abierta, muy poco apretada que consigue ese
aspecto esponjoso tan característico suyo. Su finísimo hilo de 12 o 13
micrométros – o dicho de otra manera la milésima parte de un milímetro – lo
hace todavía más fino que el de la cachemira la cual cuenta con 14 o 15 micrómetros.
Por ello, al mezclar la cachemira con la vicuña se consigue un tejido además de
súper suave también muy ligero; nada que ver con las pesadas y compactas lanas
con las que se suelen fabricar este tipo de abrigos. Además, al mezclar dos
pelos tan finos se consigue una prenda muy abrigada y de una increíble
ligereza.
La
toma de medidas se realizó de manera bastante rápida ya que prácticamente
estaban todas en la cabeza de José Alonso. No obstante, Daniel y José quisieron
cerciorarse de ello y me midieron prestando gran atención tanto a las medidas
del pecho – y de esta manera luego evitar que las solapas se pudieran llegar a
abrir – como a la altura de ambos hombros para asegurare de que el abrigo
caería con el mismo largo tanto en un lado como en otro. Igualmente, la
curvatura de la espalda y su transición al trasero se estudió en detalle para
evitar que el abrigo se pudiera abrir por su corte trasero central.
Terminada
la toma de medidas repasan todos, María, José y Daniel, el corte del abrigo y
nos despedimos de ellos hasta dentro de tres semanas, momento en que debería
estar el abrigo ya hilvanado. No obstante, durante este tiempo Daniel quiso
llamarnos para hacernos una prueba en falfa (se prueba el abrigo sin éntrelas y
sin las pinzas cosidas de manera similar a lo que hacen los modistos). Concluida
dicha prueba intermedia, la sastrería Daniel Schleissner elaboró un patrón por
cada una de las piezas que forman el abrigo – espalda, delantero, mangas y puños
- en fiselina. La
fiselina al contrario del clásico papel envejece mucho mejor no doblándose las
puntas con el tiempo y conservando su aspecto original durante muchos más años.
Tras
realizar el patrón, lo pasaron a la tela con un tiza Handcok (también muy
escasa hoy y que ya no se fabrica) y procedieron al corte de dichas piezas. A
la hora de cortar las telas de pelo hay que asegurarse de que este esté todo en
el mismo sentido. Para ello, el pelo se humedece con un trapo y se plancha para
arriba y para abajo, se deja secar y posteriormente se peina con un cepillo. El
humedecerlo es una parte fundamenta del tratamiento de este tejido ya que si no
el pelo tras pasar por la plancha se podría quedar aplastado y salirle brillos.
En este punto aprovecha Daniel para recordarnos de la importancia evitar
planchar tanto este como cualquier otro tejido natural ya que la plancha hace
que con el tiempo estos tejidos terminen perdiendo su aspecto y aire
originario.
Aunque
en esta ocasión fueron María y Daniel los que cortaron el abrigo, José Alonso, como
maestro de ellos dos, estuvo todo el tiempo presente asegurándose por un lado que
los 2,7 metros dieran para todo el abrigo y que no se errara en el corte de los
patrones ya que de hacerlo toda la tela utilizada se hubiera desperdiciado con
un importante coste. La fibra tanto de la cachemira como de la vicuña son, al
contrario de por ejemplo la de los tejidos tweed, muy largas y sin apenas
empalmes lo que obliga a, una vez cortadas las diferentes piezas, humedecer las
entretelas y resecarlas por separado. Esto busca que cuando se planchen no se
produzcan aguas.
Hay
también que tener en cuenta que este tejido encoje hasta tres centímetros al
plancharlo y cuando vuelve a su situación de reposo vuelve a estirarse. Por
ello es fundamental no coser el abrigo justo después de plancharlo y hacerlo
solo cuando las entretelas y la tela están perfectamente acopladas y
sincronizadas. Comprobado esto por José, María Alonso se pone manos a la obra
hilvanando el abrigo y empezando a definir la forma y aberturas de la espalda.
Dentro
del probador Daniel insiste en, al contrario de lo que se solía hacer antes con
este tipo de abrigo, él prefiere ceñirlo de forma que te permita moverte con
libertad pero sintiendo que el abrigo está ahí, igual lo haría una chaqueta de
traje. El hecho de los abrigos clásicos se suelan casi siempre vestir con traje
obliga a descargarlo mucho de hombrera para que los hombros sigan teniendo una
caída natural. De no hacerlo, la hombrera de la chaqueta sumada a la hombrera
del abrigo daría como resultado unos hombros prácticamente rectos. Para ello,
se utiliza una hombrera específica de abrigo a la que de cara a la siguiente
prueba le quitarán parte de su estructura con el objetivo precisamente de
hacerla lo más liviana posible. Esa pequeña hombrera es la que hace que, al
contrario de lo que ocurre ciertas estructuras napolitanas que no cuentan con
hombrera, no se formen flojos en el hombro. Si bien una chaqueta
desestructurada napolitana persigue un look
desenfadado, este tipo de abrigo, por el propio tejido y por su propia hechura,
corte y características, busca un aspecto más serio y una vida más larga por lo
que el uso de la hombrera, aún cuando sea pequeña, se antoja obligatorio.
Las
entretelas que elegimos son exactamente las mismas que se utilizan en una
americana para encontrar la comodidad y frescura que requieren nuestros
livianos inviernos. El plastón en el pecho lo pican a mano con nos picados muy
suaves y abiertos para conseguir que el pecho no quede muy acartonado. Si los
picados fueran fuertes y muy juntos el pecho quedar
ía más
armado. Junto a este plastón se cose una entretela de crin de caballo y otra
fina entretela de estambre puro para que el tacto de la crin de caballo no
llegue nunca a molestar.
Aprovechamos
esta prueba para definir las medidas de las solapas haciéndolas un poquito más
anchas que las que salieron del hilvanado. Añadimos una pitillera y definimos
el largo definitivo, la sisa, el cruce y la situación exacta donde irán los
botones. En ese momento entra José al probador y repasa con Daniel toda la
prueba haciendo ciertas modificaciones a los ajustes realizados antes de su
llegada. Rebaja algo los hombros, suelta un poco el costado para evitar que se
abra por la espalda y marca más el cruce frontal. Terminado esto, les comento
mi gusto porque el abrigo me cubra todas las prendas que quedan por debajo de
él; incluido los puños y el cuello de la camisa. José, sin embargo, siguiendo los
consejos de sus admirados Cordova, Mogrovejo y Collado prefiere dejar visto el
cuello de la camisa y hasta optar por un cuello escotado, ya que aunque a
priori pueda no ser lo más purista e ir en contra del significado de la palabra
“overcoat”, piensa que es mucho más estiloso. Además de esta forma se evita
tener que hacer un cuello de grandes dimensiones.
José
Alonso también es partidario de hacer, al contrario de lo que se estila hoy,
unas solapas anchas para en momentos de mucho frío poderlas estirar, subirnos
el cuello y proteger todo el torso y el cuello del frío (motivo por el que
tanto las chaquetas como los abrigos cuentan con solapas). Igualmente, todos
somos de la idea de coser los botones de las mangas cerrados ya que el hacerlos
practicables carece de sentido en una prenda en la que nunca sus mangas se
remangarán. Solo el querer demostrar que tu abrigo está hecho a medida – y su
alto precio- justificaría el hacerlos practicables. En este punto yo siempre he
insistido en que carece de sentido, y hasta de clase, el desabotonarse los
botones de cualquier prenda a medida. Si lo que quieres es demostrar que tu
traje es de sastre es mejor buscarte uno bueno y que sea su trabajo y no este
pequeño detalle el que demuestre, sin atisbo de duda, que esa chaqueta, esa
levita o ese abrigo están hechos a mano y a medida.
Como apunta José “humildemente
pienso que muy poco diría de nuestro trabajo el que un cliente tuviera que usar
este detalle para demostrar que su abrigo está hecho a mano”. “Esta joya de
tejido es imposible de encontrar en un traje de confección y si además de eso
añadimos su hechura y los detalles con los que cuenta refuerza mi idea del
sinsentido de hacerle botones practicables”. “Es importante no obsesionarse con
los detalles sin importancia. Es mejor, y mucho más difícil, conseguir que la
prenda tenga estilo y que transmita emociones a que cuente con unos cuantos
botones practicables”. Insiste en la necesidad de priorizar el estilo sobre la
perfección aún cuando ello suponga el cometer lo que a priori podría ser un
fallo. “Por ejemplo, si el cuello está algo descotado no significa que sea un
fallo. Lo importante es conseguir la belleza dentro de la imperfección; esa era
la belleza de la que siempre hablaba Collado y de las fuentes en las que yo
bebí”.
Mientras
charlamos José y Daniel nos muestran abrigos que conservan de la sastrería de
Collado y nos comentan que esos abrigos estaban hechos con tejidos de 700
gramos mientras el nuestro por su particular hilatura era de solo 400 lo que le
confiere una ligereza difícil de encontrar en este tipo de abrigos clásicos. Seguimos
charlando con los dos y aquello de lo que hablábamos en el primer capítulo de
la especial atención al detalle nos lo empiezan a mostrar sobre el propio
interior del abrigo. Aunque una vez terminado el abrigo nadie verá las éntrelas
que lleva por dentro, Daniel no permite que ninguna prenda salga de la
sastrería sin que estas, por ejemplo, hayan sido rematadas con una tijera con
dientes impidiendo que en el hipotético caso de que un día se desmontara
alguien pudiera ver las éntrelas sin sus bordes rematados y deshiladas. Los
propios plastones internos están terminados en formas geométricas perfectas algo
que solo da más horas de trabajo y que nadie podrá observar pero que es algo
obligatorio en cualquier prenda rematada por María.
El
forro interior es de estambre de Benber, muy difícil también de encontrar hoy, cuyo
principal compuesto se extrae del eucalipto y que permite que la prenda conserve
el calor pero permitiendo que transpire. Este forro ya lo cosió María para la prueba
para que de esta forma pudieran su padre y Daniel conseguir la hechura más
próxima a la que tendría el abrigo una vez concluido. Sin embargo, si bien María
prefiere dejar para adelante los ojales, en esta prueba ya ha empezado a
trabajar el tablón cosiéndolo de manera cargada, sin forro y en solo una pieza
y no dos como es la costumbre. Igualmente, al igual que hacía Antonio Collado
el pico donde muere la abertura trasera hacen que mire para arriba y no para
abajo y todas las costuras las harán cargadas, algo que exigirá unas diez horas
extras de trabajo. Otro guiño al trabajo de aquel gran maestro será añadir al
abrigo un único bolsillo interior; un detalle que se hacía por aquel entonces
para alejarse de lo que se estilaba en la confección industrial. En total
73horas de trabajo para convertir un tres metros de tela en una pieza de abrigo
intemporal.
La
conversación termina nuevamente derivando en la forma de trabajar de Collado,
de su difícil forma de ser y de ese espíritu rompedor que caracterizó toda su
carrera como sastre. De hecho, el maestro de los maestros, Cristobal
Balenciaga, quien también fue sastre, lo visitaba con gran frecuencia en busca
de ese concepto rompedor de Collado con la seriedad de la época; seriedad que
se trasladaba a la ropa y a la manera de vestir de aquella generación.
Próximo
capítulo: Estudio detallado de la prenda y última prueba.
El Aristócrata
14 comentarios:
Respeto su opinion sobre el hecho de de llevar los botones de las mangas de la chaqueta desabrochados. Yo personalmente llevo 40 años llevando no uno sino dos.
Por cierto un su blog aparece un foto suya con una chaqueta azul y un boton de la manga desabrochado.
Un saludo.
Es una decisión personal que a mi no
me gusta pero si a usted sí le gusta yo no tengo nada q decir.
De haber alguna foto mia con un botón desabotonado será porq es durante una prueba de una chaqueta y el sastre así me la ha entregado. Pero para mi es solo un gesto snob carente de sentido. Pero por supuesto, respeto el que a usted le guste.
EA
¡Qué pinta más maravillosa y qué envidia!
C.A
Muchas gracias por el artículo.
Tengo 23 años y llevo un año leyendo su blog. Me es muy útil todo lo que escribe.Le felicito.
Un saludo,
Álvaro.
Buena tardes.
¿Qué coste aproximado tiene una abrigo de esas características? Tiene una pinta estupenda.
Saludos
Álvaro, me has quitado la frase de la boca: sobre que precio puede ir esta joya?
Muy bonitos zapatos llevas eres tan amable de decir que marca y modelo?
Un saludo a todos
Este abrigo es bastante caro por el tipo de tela pero un abrigo suele costar mas o menos lo q un traje.
Los botines son unas Balmoral MTM de Meermin. La verdad q el color y la terminación está francamente muy bien conseguido. No se si ya las harán en RTW pero la última vez q pasé por allí no las vi.
Un saludo
EA
Buenas taedes.Acerca de sus botas Balmoral (que seguro que le ha costado un h....domarlas al tratarse de Mermin)el termino MTM no es el exacto.Creo que lo confunde con el MTO (made to order).El "made to mesure" es para otras índoles.Sin ánimo de corregirle como siempre,reciba un cordial saludo y muchas gracias por todo.
Javier
Javier,
Tiene toda la razón. Perdón por la confusión
EA
Buenos Días desde Suiza!
Impresionante el ocercoat no puedo esperar para verlo terminado.
Estaria sumamente agradecido si pudiera informarme donde ha mandado a hacer su americana en tweed?
Un cordial saludo.
A.L.
La verdad es que a mi tb me parece q está quedando estupendo.La mano de obra es de lo mejorcito q he visto nunca. Yo tb tengo ganas de verlo terminado :)
La chaqueta me la hizó José María Reillo.
Un saludo
EA
Me encantan los abrigos con martingala.
Ha dado en la diana.
Respecto a su comentario sobre llevar los botones de la chaqueta desabrochados, citarle a tres "snobs" que llevan o llevaron.
Giovanni Agnelli
Luciano Barbera
Matteo Marzotto
¿Tiene esa sastrería página web?
F.
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