LA SOSTENIBILIDAD EN LA ROPA ARTESANAL

El lunes recibía mis primeras botas John Lofgren, una marca poco conocida pero que es a la bota vintage lo que John Lobb al calzado de calle.[...]

El lunes recibía mis primeras botas John Lofgren, una marca poco conocida pero que es a la bota vintage lo que John Lobb al calzado de calle. La mayoría de su muestrario recuerda a botas que llevaban los trabajadores de comienzo del siglo pasado manteniendo gran parte de sus características técnicas: resistencia de las suelas al aceite, empeines reforzados, tobillos protegidos etc.

Hoy, aquellas botas que inundaban fábricas y que eran el calzado del día a día de los obreros de trabajos de exterior, desde hace ya algunos años se han convertido en el complemento perfecto para los amantes de las motocicletas tipo café racer o de aquellas con inspiración clásica.

¿Y que tienen que ver estas botas en esta página? Más allá de que son perfectas para disfrutar de la moto, además de proteger añaden un toque de estilo a un calzado, el del motorista, por lo general muy poco estético, se fabrican siguiendo ciertos principios hasta no hace mucho olvidados. Principios de sostenibilidad. Y como ellas, cada vez son más las marcas que, con más o menos “greenwashing”, incorporan la ética en su calzado.

Concretamente, John Lofgren fabrica sus botas en Japón teniendo desde sus orígenes claro lo que quería de su producto: componentes de máxima calidad y solo aquellos que cumplieran sus estándares de sostenibilidad. De ahí que todas las partes que forman su bota, desde la suela a los cordones, vengan de países desarrollados. O, mejor dicho, de países y proveedores que cumplen con toda la legislación referente a derechos humanos, sueldos dignos, cría y cuidado del ganado, todas las personas involucradas en sus zapatos deben ser mayores de edad etc. El 100% de los materiales utilizados provienen de EEUU, Inglaterra, Francia, Alemania e Italia. Incluso cuando el proveedor tiene fábricas en alguno de estos países y en China solo escoge los producidos fuera del país asiático (es el caso de las suelas Vibram).

El proceso de fabricación recuerda a la de la mejor zapatería industrial. Cada persona está especializada en una parte del mismo, lo que permite identificar las manos “culpables” de devolverse un zapato. Si bien esto podemos encontrarlo en las diferentes líneas de trabajo de prácticamente cualquier fábrica de zapatos, lo que diferencia a los trabajadores de John Lofgen es que deben antes cualificarse como Shokuninkishitsu (職人気質), artesanos, en este caso, del calzado.

No os aburriré con los tipos de pieles que utilizan o las fases del proceso de fabricación de las botas. Lo único que mencionaré, y que es algo que es muy apreciado por los amantes de los productos artesanales japoneses, desde chaquetas de piel hasta tejidos vaqueros, es la deseada forma de envejecer de la piel. Si en Europa buscamos que nuestros zapatos luzcan como el primer día, en Japón se valora más que envejezca dejando ver el paso del tiempo. Se prefiere un zapato de cordovan con múltiples tonalidades sobre su piel que un cordovan recién estrenado.

Y exactamente pasa lo mismo con las chaquetas de piel. Basta ver los precios de una chaqueta con muchos años de Fine Creek Leathers, una marca de chaquetas de piel bastante nicho, pero también muy apreciada por los entendidos, para entender la importancia que se da al envejecimiento. De hecho, una chaqueta puede duplicar su precio nueva precisamente por las marcas de uso y de desgaste. Ese desgaste se traduce en un precioso patinado que más que mostrar el desgaste lo hace del paso del tiempo. Son como chaquetas con más historias que contar y con muchas más vivencias tras sus costuras.

Volviendo al título del artículo, la apuesta por la sostenibilidad hace que en cada par botas se especifique el origen de cada una de sus partes. Varias etiquetas que acompañan a los zapatos así lo atestiguan. Si bien esta marca ya nació con ello en su ADN, la mayoría empieza a sumarse a una tendencia que sabe puede aportarles sustanciales beneficios. O, de no hacerlo, perder cuota de mercado.

Si hemos visto en la zapatería, también podemos verlo en los grandes telares. Por ejemplo, en el telar de Holland & Sherry la electricidad utilizada es la que ellos mismos con biomasa. Igualmente, el agua, principio básico en la producción del tejido, se trata para poderse devolver en forma de agua potable. Los retales que han sobrado en la fabricación o se reúsan o, lo que es más frecuente, se donan para ser utilizados en topa de cama o para tapizados de sofás, sillones etc. Todo con el objetivo de cero desperdicios.

Podríamos seguir nombrando muchas marcas que han incorporado la sostenibilidad a sus productos de manera más o menos sincera, pero lo que está claro que hoy la sociedad, por principios o forzada, quiere ver en sus compras que aquello que se lleva a casa tiene el menor impacto posible en el medio ambiente.

El Aristócrata

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COMENTARIOS

Un comentario

  1. He tenido la suerte de tener, y sigo teniendo, dos pares de botas tipo Ingeniero de John Lofgren y son de esas botas que no cambiaria por ninguno de mis zapatos. Ni por los que tengo hechos a medida. Son increíbles. Y cuanto más usadas, mejor.

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