EL REGRESO DEL SOMBRERO

Haciendo caso a los que insisten en que también nos hagamos eco del trabajo de algunas sastrerías situadas fuera de Madrid, mañana, aprovechando el puente de la Almudena, nos desplazaremos a [...]

Haciendo caso a los que insisten en que también nos hagamos eco del trabajo de algunas sastrerías situadas fuera de Madrid, mañana, aprovechando el puente de la Almudena, nos desplazaremos a Valls a conocer de primera mano el trabajo de Benet Pluvinet Sola de quien el sector nos han hablado muy bien. Mientras tanto os quiero dejar un artículo que he escrito para el “Especial Invierno” de la revista Fuera de Serie sobre uno de mis complementos preferidos: el sombrero. 

Lo decía Oscar Wilde, la moda es pasajera y además termina siempre volviendo. Solo hace falta dejar pasar unos años para que aquel traje que teníamos arrinconado en el fondo del armario vuelva a estar de plena actualidad. Lo mismo ocurre con los complementos. ¿Quién iba a decir a nuestros padres o abuelos que aquellas corbatas tricot que vieron como se quedaban anticuadas hoy son el modelo preferido del gentleman y del dandi más actual?. Curiosamente, similar suerte ha corrido nuestro protagonista de este invierno, el sombrero. Obligado en todo tipo de ambientes hasta bien entrado los años sesenta, se retiró una larga temporada a descansar para regresar ahora como el gran protagonista de la pasarela del S.XXI. 

Complemento práctico para el gentleman británico y estético para el dandi italiano, el sombrero está hoy de máxima actualidad. Sus líneas poco han variado en todos estos años aunque sus dimensiones y detalles sí han sido actualizados y la materia prima con la que se confeccionan, si cabe, mejorada. De ala más estrecha, de copa más contenida y de pelo más exclusivo, los nuevos sombreros siguen fieles a las líneas más puristas. 

Fedoras, Trilbys, Homburgs o Ecuatorianos hacen las delicias de los amantes de la moda más personal y exquisita. Hoy ese traje a medida cosido en Savile Row queda huérfano si no es rematado con un buen sombrero. Modas a parte, la realidad es que el sombrero es un complemento de una gran practicidad y esteticidad. Protege del frío y del calor y en caso de lluvia hace lo propio sin el incordio de tener que reservar una mano para portar el paraguas. Igualmente, es de una gran ayuda a la hora de mostrar cortesía y respeto tanto a la mujer como al hombre. 

La elección de un modelo u otro depende principalmente del conjunto que se vista. Por ejemplo, el sombrero de copa, muy popular en el S.XIX tanto para los negocios como para eventos sociales, está hoy reservado solo para las ocasiones de máxima etiqueta (Ascot bien merece este paréntesis). Como anécdota comentar que precisamente al sombrero de copa se debe el que los taxis en Inglaterra tengan esa línea tan particularidad. Cuando entró el coche de motor lo ingleses de entonces todavía eran muy fieles a su sombrero de copa y necesitaban de un coche lo suficientemente alto en su parte trasera para poder entrar y permanecer dentro con su sombrero de copa puesto. Abraham Lincoln fue su gran valedor. 

El Homburg, siguiente modelo en formalidad, se identifica por su ala fija doblada hacia arriba y su hundimiento central. Su elección acompañando al esmoquin y a los conjuntos más cuidados resulta francamente acertada. ¡Difícil imaginar a Winston Churchill sin su cigarro, su pajarita…y sin su Homburg!. 

El Fedora, caracterizado por una ala ancha, una copa con un frontal hundido, un pellizco en el frente y unos bordes doblados y elásticos goza nuevamente de una gran aceptación. Si Al Capone o Indiana Jones fueron dos de sus más sirvientes seguidores, hoy es todo un must se vista de sport o de corbata. El Trilby, también muy de moda hoy, es de ala algo más estrecha, la cual se recurvada hacia arriba en su parte trasera y se identifica por una hendidura en forma de lágrima. Dean Martin, Frank Sinatra y James Bond (Sean Connery) lo elevaron a la categoría de imprescindible. 

En verano, el sombrero ecuatoriano, confeccionado con paja-toquilla, es el modelo estrella. Si hasta hace poco solo el molde fedora era popular, hoy encontramos sombreros ecuatorianos con otras líneas como el Derby, el Havana o el Optimo. Los más dandis seguramente se atrevan con el sombrero conocido como Canotier, modelo similar al sombrero de gondolero que se fabrica con paja sennit y es fácilmente identificable por una copa baja y plana. Fred Astaire fue uno de sus mayores adeptos.

La importancia de la materia prima. Debemos huir de los sombreros fabricados con fieltro de lana y apostar por aquellos realizados con pelo de conejo o de liebre, este último algo más suave. No obstante, si buscamos una pieza especial, el pelo de castor o visón resulta más exclusivo. Hagámonoslo a medida, un largo proceso de 200 operaciones, y contaremos con una pieza única e intemporal.

Si el sombrero esta temporada resulta de todo punto obligatorio, hay otras prendas que han sobrevivido a los vaivenes caprichosos de la moda y siempre, con mayor o menor presencia, han acompañado al hombre más preocupado por su aspecto. Un cover coat, cruzado más elegante, de cachemira azul marino o de pelo de camello beis, resulta una gran opción para acompañar a nuestro traje y sombrero preferido. 

Un traje de franela de tres piezas, gris por la mañana y azul por la noche, y de raya diplomática imprimirá ese toque sartorial que los paladares más exquisitos agradecen. Botines Jodhpur, Balmoral o zapatos full-brogue de piel vuelta acompañarán muy estilosamente a pantalones de sport de tejidos moleskin, pana o de tela cruzada cavarly. Una actual parka, un jersey de pico de cachemira o uno de lana con dibujo aprés ski y una camisas de villela completarán el look más invernal. 

El Aristócrata 

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COMENTARIOS

13 comentarios

  1. A mí también me encantan los sombreros. Personalmente, al ser joven, hago uso de una clásica gorra a cuadros de las de toda la vida de la Plaza Mayor madrileña, y creo que también tienen un lugar en el vestuario de todo caballero para momentos distendidos -oséase, con jerséis, americanas informales, etc.-. De todas formas, para el uso habitual de traje soy partidario del fedora y, algo más puntualmente sin dejar de ser diario, del bombín. Para el verano, me encanta también el llamado «Straw Boater» -desconozco el nombre de este sombrero en español, quizás sea el sombrero de paja que EA ha mencionado-.

    No se dejen llevar por modas a cerca de si el sombrero se lleva o no: contribuyamos a mantener un complemento tan estético y funcional, que, pese a que EA afirme con segura razón que está de moda, poco o nada se ve en la calle. Se me olvidaba: «El Ganso» también tiene gorras muy bonitas, pero prefiero la Plaza Mayor.

    Saludos.

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  2. No, en absoluto, Bautista no ha cerrado. Se jubiló el padre, que era un magnífico sastre y cerraron el establecimiento que tenían. Pero el hijo, Víctor Bautista, estupendo sastre, ha abierto, renovando el negocio y dándole un giro, una nueva sastrería en Tesifonte Gallego, 15, primera planta, que merece ser visitada. ¡Lo hace fenomenal!

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  3. Enhorabuena!
    Yo uso sombrero tanto en verano, como en invierno. Ahora, en Ronda, llega una época propicia para sacar los modelos de pelo de libre y de castor, además de abrigar son el complemento perfecto. Ojalá su uso fuese más frecuente.
    Javier Alba-Cabrillana.

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  4. Los sombreros son muy bonitos, pero yo no salgo a la calle como David Gandy en la foto de más arriba; para mí, a no ser que haga mucho frío o llueva es dar un poco la nota.
    Rijs

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  5. Muy bien José María, por darnos a conocer sastres fuera de Madrid. Sabemos que sastres hay muchos, pero que traten el oficio con toda su magnitud hay muuuuuuuy pocos y gracias a tu blog, podemos conocer y valorar como son nuestros sastres.

    Saludos,

    Antonio Sala.

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  6. Me ha gustado el artículo por mi pasión hacia el sombrero.

    Solo quería hacer un comentario con todo el respeto y el afecto que se merecen los lectores de este blog. Algunos de ustedes han comentado que no visten sombrero a menos que las circunstancias climatológicas así lo determinen. En tal caso me gustaría comentarles que ya es un avance que se acuerden de tan estimada prenda para mí, y que por desgracia para el público general algo inexistente a menos que los cánones de la febril moda no lo dicten.

    Desde mi grado de modestia más alto, animo a todos los que estén indecisos o dubitativos que den el paso y seamos los renovadores de este complemento que ha acompañado la vestimenta desde tiempos inmemoriales y que las modas absurdas del siglo XX han intentado derribar por cuestiones sociales o políticas que nada tienen que ver con la actualidad.

    Desde mi experiencia personal admito que cuando empecé a usar sombrero hace ya unos años como parte de mi vestuario, me costó aceptar el cambio de imagen que suponía para mí, pero como era algo que me atraía tanto logré vencer ese primer obstáculo. Lo segundo fue el que los demás se fueran acostumbrando a ese complemento tan denostado y que lo fueran asimilando como una parte natural de mi imagen. Cierto es que al principio pensaba como alguno de ustedes han comentado anteriormente, que la climatología era mi gran aliada para "excusar" su uso, tanto frío-lluvia como sol veraniego, pero poco a poco lo fui introduciendo en días intermedios hasta que se transformó en parte habitual de mi vestuario. Si bien es cierto que no todos los días lo uso, sí que lo echo de menos en alguna ocasión, de esta forma he logrado conjugar mi gusto por este complemento y la actualidad.

    Una buena sombrerería nos puede ayudar a acertar en los modelos que armonicen con nuestro estilo, fisionomía, uso…

    Disculpen si me extendido demasiado y espero que mi experiencia les haya permitido considerarse sus juicios hacia el objeto de este artículo, reiterándome desde mis más profunda modestia y con todo el respeto que se merecen.

    Saludos cordiales.

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