Hace 60 años, el 5 de octubre de 1962, se estrenó en Londres la película Agente 007 contra el Dr. No (Dr. No, Terence Young), rodada con un muy limitado presupuesto de un millón de dólares y protagonizada por un actor casi desconocido llamado Sean Connery. Narraba las aventuras de un espía con el código 007 que había sido creado por Ian Fleming (1908-1964), un escritor y periodista que durante la Segunda Guerra Mundial había ocupado un alto cargo en la inteligencia naval británica. Este film fue el más taquillero del año en el Reino Unido y lanzó como mito erótico a la actriz Ursula Andress, la cual transformó al bikini de prenda arriesgada a aceptable, incrementando su venta en millones. Inmediatamente se procedió a rodar otra película sobre ese agente secreto llamado James Bond.
La novela Desde Rusia con amor (From Russia With Love, Terence Young, 1963) fue elegida para convertirse en la segunda película, al haberse revelado que era uno de los libros favoritos del presidente Kennedy. Era un puro thriller de espionaje que superó la aceptación de su predecesora. De nuevo, un éxito: para la tercera película se destinó un presupuesto que sumaba los de las dos primeras.
La deslumbrante James Bond contra Goldfinger (Goldfinger, Guy Hamilton, 1964) mostraba a la icónica chica dorada, el sombrero mortal del sicario Oddjob y el coche Aston Martin con todo tipo de artilugios ocultos. Decir que su éxito fue grande es quedarse corto.
Nadie estaba preparado para lo que sucedió: James Bond se convirtió en un fenómeno mundial. Comenzó la Bondmanía. Hubo cines que proyectaban la película veinticuatro horas al día, parando solo para limpiar. Salieron a la venta infinidad de productos Bond: desde juguetes a ropa. Los diseñadores se inspiraban en 007. Aparecieron imitadores por todas partes: Flint, en cine; el agente de CIPOL, en televisión; incluso parodias como el Superagente 86. James Bond ya era el héroe del siglo XX, objeto de análisis sociológicos y filosóficos, condenado tanto por el Vaticano como por el comunista diario Pravda.
Su creador, Ian Fleming, había muerto poco antes del estreno del film, no llegó a ver cómo sus novelas comenzaban a venderse por millones fuera del ámbito inglés. En España llegaron a través de la editorial Albón, si bien censuradas en sus párrafos más sensuales.
Sean Connery se había convertido en el actor más conocido del planeta, lo cual no terminó de gustarle, pues siendo una persona retraída le agobiaba el acoso al que se vio sometido y el que el público le identificara con el famoso agente. Eventualmente, tras dos películas más, Operación Trueno (Thunderball, Terence Young, 1965) y Solo se vive dos veces (You Only Live Twice, Lewis Gilbert, 1967), abandonó el personaje.
Debido a una serie de peculiares circunstancias fue reemplazado por un modelo publicitario llamado George Lazenby. Este modelo nacido en Australia no supo manejar su fama y solo rodó Al servicio secreto de Su Majestad (On Her Majesty’s Secret Service, Peter Hunt, 1969), un film hoy muy revalorizado cuya influencia se alarga hasta Sin tiempo para morir (No Time to Die, Cary Fukunaga, 2021), el último film de Daniel Craig como James Bond.
Connery regresó brevemente por una más, convirtiéndose con Diamantes para la eternidad (Diamonds are Forever, Guy Hamilton, 1971) en el actor mejor pagado del mundo.
Después llegó Roger Moore, con un toque más ligero y a la vez más elegante, acertando con lo que quería el público de la época, alcanzando recaudaciones estratosféricas. Su sustituto, Timothy Dalton, se adelantó a su tiempo devolviendo un necesario realismo al espía, recuperando la esencia con la que Ian Fleming había creado al personaje. Tras unos años de ausencia, debido a problemas legales, Pierce Brosnan, con una perfecta combinación de las mejores características de Bond, volvió a convertir a 007 en un reventador de taquillas.
Finalmente, Daniel Craig revolucionó la concepción de James Bond, con un arriesgado reinicio de la serie en Casino Royale (Casino Royale, Martin Campbell, 2006), actualizando al personaje para el nuevo milenio, siendo el actor que lo ha interpretado durante más tiempo.
Todas estas décadas de éxito no hubieran sido posibles sin algo que es una rareza en el mundo del cine: las películas “James Bond” son un negocio familiar. Inicialmente, sus productores fueron Harry Saltzman y Albert R. Broccoli, pero, a partir de los años setenta, solo Broccoli continuó y, después de él, su hija Barbara Broccoli y su hijastro Michael G. Wilson. Son ellos quienes toman las decisiones, quienes conocen al personaje y quienes no permiten que nadie lo estropee.
James Bond ayudó a cambiar nuestra visión del mundo y, a su vez, se ha renovado cuando el mundo ha cambiado. El héroe del siglo XX sigue siendo relevante en el siglo XXI.
El 5 de octubre de 2022 se celebra el sesenta aniversario del estreno de Agente 007 contra el Dr. No. Después de veinticinco películas (más otras tres, una en la televisión de los cincuenta, no realizadas por los productores habituales y una aparición con la reina Isabel II en las Olimpiadas de 2012), James Bond se enfrenta ahora a un necesario reinicio. Los fans españoles de James Bond, agrupados en el Club Archivo007, esperamos que pronto haya buenas noticias.
Es una página en blanco, todavía no se sabe quién será el nuevo Bond, ni hacia dónde irán sus aventuras. Solo sabemos que James Bond… volverá.
Eduardo Giménez González, Club Archivo 007
2 comentarios
Pues como estos sean los seguidores de james bond vamos apañados. James bond en bermudas, polo y zaptillas????. Me da que el MI6 no aceptaría esta indumentaria y no os digo la señorita Moneypenny. No los tocaría ni con un palo!.
Por dios. Que imagen.
Los actores de doblaje en las películas de James Bond son clave para capturar la esencia del icónico agente secreto. Su habilidad para transmitir la intriga y el carisma de Bond eleva la experiencia del espectador.