LA ELEGANCIA HOY

El concepto de la elegancia se encuentra hoy en día en una encrucijada. [...]

El concepto de la elegancia se encuentra hoy en día en una encrucijada. Si bien es cierto que la elegancia ha sufrido a lo largo de la historia una evolución, que no debe entenderse como modificación, de lo que constituyen sus elementos esenciales. 

Nunca el significado de la elegancia ha sido sometido a criterios tan heterogéneos y confusos, como en la actualidad. Se ha frivolizado mucho la palabra “elegante”, olvidando en numerosas ocasiones que viene del latín “elegere”, que significa elegir, que es una cualidad de naturaleza humana, y se supone que los humanos siempre elegimos lo mejor.

Esta confusión sobre la elegancia es debida, desde mi punto de vista a varios factores. 

En primer lugar porque este concepto ha transcendido cada vez más del mero referente subjetivo al que se debe referir, no siendo infrecuente en la actualidad verlo aplicado, por extensión, a cada vez a más número de conceptos que exceden del individuo, y por ello a todo tipo o clase de objetos, y hasta elementos inmateriales de lo más variado. Si hacemos un breve ejercicio de observación lo encontramos aplicado a plantas, casas, muebles, automóviles, música… 

En segundo lugar se confunde con otros conceptos diferentes como belleza, estilo, glamour, lujoso, dandismo… 

Por otro lado, la irrupción de numerosas marcas de diferente ropa ha provocado que se haya vinculado en numerosas ocasiones la elegancia con la necesidad de vestir con esas marcas. 

La elegancia es un concepto que no ha sido igual en todas las épocas. Hubo una época en la que el dandismo fue un paradigma de elegancia, saber estar, clase, porte, estilo y buenas maneras. 

A mediados del siglo XVIII, por ejemplo, era elegante vestir de forma extravagante, cargándose de encajes, puntillas y bordados con hilos de oro, además de llevar pelucas y tacones. 

Con el tiempo surge una reacción frente a esa tendencia, introducida en Inglaterra por los miembros del Club Macaroni y surge así el dandismo. Un dandi era un hombre que se consideraba elegante y refinado, que prestaba mucha atención a su atuendo y a la moda y era una persona educada y cultivada. El movimiento dandi fue una doctrina de la elegancia, la finura y la originalidad. Su estilo afectaba principalmente al lenguaje y la vestimenta. 

Posteriormente, a principios del siglo XIX, y por influencia del dandismo, los trajes de los caballeros se hicieron mucho más sencillos, sustituyendo el atractivo decorativo por sutilezas en el corte y la confección. Los cambios de la moda masculina fueron también menos llamativos y frecuentes que los de la femenina, En esta época los trajes masculinos copiaban en muchos casos elementos decorativos que provenían de la indumentaria militar, particularmente durante el periodo de las guerras napoleónicas. Surgen así prendas como frock coats o levitas, Ulter, Chesterfield, Newmarket’ y chaquetas Eton. 

Posteriormente la influencia de la indumentaria marinera en la moda, fue muy popular entre la gente elegante, por ejemplo el príncipe de Gales (Eduardo VII, 1841-1910). En los años 70 la chaqueta masculina tenía solapas anchas y delanteros sesgados. 

Las levitas evolucionan con cuellos y esclavinas, de cintura entallada y grandes faldones, eran un reflejo de aspectos de la indumentaria femenina. Hacia finales de siglo la tendencia era presentar un aspecto delicado. También son evidentes, aunque menos llamativas, las innovaciones en el traje masculino, como la invención de nuevos elementos de sujeción para cerrar los chalecos por detrás y la mejora en el diseño de los broches.

Es a principios del siglo XX, concretamente en los años 20, cuando se diseñan los trajes que los hombres usan hoy en día, ya que el traje actual todavía se basa, en su mayor parte, en los que los hombres llevaban a finales de 1920. 

Como podemos comprobar, la elegancia evoluciona, pero no estrictamente al dictado de la moda. La moda puede marcar tendencias, que eran más influyentes en lo que debe considerarse la elegancia clásica, en tiempos pretéritos que en la actualidad. 

Prueba de la evolución sufrida es que, por ejemplo, en los años 60 del siglo XX no era considerado elegante el vestir con pantalones vaqueros. Hoy día, sin embargo, esa prenda puede vestirse y combinarse de manera informal que permita a su poseedor tener una imagen estilosa y un porte que puede resultar elegante. 

De hecho, no es infrecuente encontrarnos con caballeros que resultan más elegantes luciendo unos pantalones vaqueros, que muchos otros que, aún vistiendo trajes, tienen estos un corte, tejido y hechuras tan desajustados al portador del mismo, que le hacen poseedor de una imagen grotesca, desaliñada, desastrada y abandonada, en suma, la antítesis de la elegancia. Lo que significa, por un lado, que para vestir de forma elegante no es necesario vestir traje, (en realidad deberíamos decir, un traje cualquiera), y por otro lado que prendas que hace unos años no eran consideradas elegantes, hoy pueden llegar a serlo. 

Todo este planteamiento no puede entenderse si no partimos de la idea de que la elegancia no es sólo una forma de vestir. Como señalaba el mítico Georges Brummell , “La elegancia no es un atuendo, es una filosofía”. 

Esto supone partir de una premisa que compartimos. La elegancia es más una filosofía de vida, de comportamientos, de modos y aptitudes, que de puro y simple protocolo social o de forma de vestir. 

En realidad la elegancia constituye un conjunto de actitudes de las personas que se sustenta en el modo de ser y de comportarse, que es un modo de estar, y que ha de manifestarse de forma externa e interna en su modo de vivir, vestir, moverse, y relacionarse en la sociedad, con gracia, nobleza y sencillez, respeto a los demás, naturalidad y buen gusto. 

Podemos señalar que existen cuatro pilares básicos de la elegancia que constituyen los elementos característicos de lo que debemos entender por tal. El primero de ellos es el valor de lo estético entendido como el buen gusto y el estilo propio. 

El segundo es la naturalidad. No hay elegancia verdadera si no es con naturalidad, entendida como espontaneidad y autenticidad; es decir, mostrarse uno tal cual es. La moderación y la mesura también forman parte de la naturalidad, como contraposición al dandismo, que siempre procuraba excesos en muchas de sus manifestaciones. La verdadera elegancia es siempre actuar espontáneamente, con gusto y estilo personales. 

La tercera característica de la elegancia bien pudiera ser la distinción. Distinguido es aquello que diferencia a una persona de los demás y le hace ser señorial. Es, en realidad lo opuesto a lo vulgar y a lo ordinario zafio. Hay que recordar aquí las palabras de Honoré de Balzac “El bruto se cubre, el rico se adorna, el fatuo se disfraza, el elegante se viste”. 

Por último la cuarta nota que distingue a la elegancia es el gusto por la belleza. Es esencial recordar que la belleza significa en primer lugar armonía y proporción, que debe predicarse tanto del aspecto como de la compostura. 

La elegancia es la presencia de lo bello en la figura, en los actos y movimientos, en suma, en la compostura.
Una vez identificados los elementos que deben configurar la elegancia, se percibe con facilidad que dichos elementos se manifiestan en dos dimensiones, una interna y otra externa de la persona. 

Hoy día, por el contario, no es importante ser elegante sino la tener una buena imagen. Obsérvese que en la actualidad se habla mucho más de la imagen que de la elegancia, hasta el extremo de abandonar incomprensiblemente el término castellano e importar el innecesario, y menos preciso anglicismo, para sustituir a aquél, a través del uso del término “look”. 

Se olvida con ello que no es más importante lo agraciado del físico de una persona, que el ser elegante en los movimientos, actitudes y, sobre todo, en la amabilidad. 

Todo ello siempre bajo la necesaria perspectiva de la discreción, que ha sido y debe ser siempre una constante en la elegancia. Debemos recordar en este sentido las célebres palabras de G. Brummell “Si alguien se vuelve para mirar tu traje, es que no vas bien vestido”, o la igualmente clarificadora de Balzac, “Elegancia es la ciencia de no hacer nada igual que los demás, pareciendo que se hace todo de la misma manera que ellos”. 

Lucio Rivas Clemot 

Vicepresidente del Club El Aristócrata.

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COMENTARIOS

22 comentarios

  1. Me ha encantado este artículo de Lucio Rivas, que alude al origen de la palabra "elegancia" y sienta bien sus pilares.

    La elegancia es algo que parte de dentro para expresarse fuera. Es un saber-ser para saber-estar.

    Disiento, no obstante, en alguna terminología empleada, como la de convertir en sinónimos la "naturalidad" con la "espontaneidad". Esta última la poseen también los animales. Podríamos decir de manera coloquial que ser espontáneo es hacer lo que a uno "le brota" en cada momento, mientras que ser natural y auténtico es mostrarse tal y como uno es, pero no exclusivamente biológica, instintiva o sentimentalmente, sino con todo el bagaje que cada uno lleva consigo: genética, educación, cultura, experiencias… Es decir, con toda su biografía. Los animales tienen vida, pero no biografía y por eso no pueden elegir.

    Un saludo.

    P.D. Le sugiero que introduzca imágenes en su próximo artículo, como acostumbra a hacer el autor de este blog. No todo el mundo, por desgracia, lee un artículo y se supone que quien escribe lo hace para ser leído y para transmitir al mayor número de personas.

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  2. Esta debe ser una de las reflexiones que todos los lectores del blog nos hemos planteado. Recoge bastante bien mis opiniones, y el estudio de la evolución de la elegancia a lo largo de la historia me ha parecido muy interesante.

    Por mi parte, pienso que el centrarse en el "look" y no en la elegancia, se debe a la forma en que vivimos actualmente. Tengo la impresión de que hoy todo se hace de forma más rápida, muchos no comen por prisas, o cogen algo en un restaurante de comida rápida para ir a su próximo compromiso. Por ello muchos se preocupan del mínimo imprescindible que es tener buen aspecto.

    Saludos,

    Javier Valencia

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  3. Completamente de acuerdo, sobre todo con el último párrafo donde se enlaza la elegancia a la discreción. Desde mi punto de vista, la elegancia es, sobre todo, secillez y, por supuesto, va mucho más allá de una forma de vestir o el saber elegir unos u ptros zapatos. Es, como bien señala el artículo, una forma de vida.

    Deseoso de coincidir de nuevo en la inauguración del club, un saludo.

    R.M.

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  4. Completamente de acuerdo, sobre todo con el último párrafo donde se enlaza la elegancia a la discreción. Desde mi punto de vista, la elegancia es, sobre todo, secillez y, por supuesto, va mucho más allá de una forma de vestir o el saber elegir unos u ptros zapatos. Es, como bien señala el artículo, una forma de vida.

    Deseoso de coincidir de nuevo en la inauguración del club, un saludo.

    R.M.

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  5. Por fin, y no es porque lleve tiempo clamando un giro en el blog: me ha gustado mucho. Sé que mi influencia ha sido nula; menudo es nuestro EA para que le influencien. Antes hundido.

    Desde mi humildísimo punto de vista este es el camino. Mezclar comentarios sobre el bien vestir clásico, con lo que hace a una persona ser verdaderamente elegante. Lo uno con lo otro. No voy a repetir mis argumentos.

    Hay algún concepto que se podría matizar, pero no es el momento. Repito, magnifico.

    Sí hay algo que me gustaría que me explicarais, pues es mutuo. Es la fijación con el termino caballero.Señor es mucho mas ajustada, mas bonita y mas " aristocrática ". Hace tiempo que nos bajamos del caballo. No conozco ningún gran club, casa noble o simplemente verdaderamente elegante, en la que al señor se le llame caballero. Hasta el tratamiento al rey es el de señor. Lo otro tiene un tufo pelin hortera, cursi, no noble, no lo estropeemos. Saludos.

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    1. Desde mi humilde opinion, señor me sugiere a un hombre de cierta edad al que se le trata con deferencia. Nada mas. Caballero por otra parte me sugiere muchas mas cosas. Connotaciones como elegancia. Una palabra con carga semantica distinta a la de señor.

      Tambien es cierto que he estudiado en un colegio británico donde era habitual que se dirigiesen a nosotros como gentlemen. Quizá sea eso lo que hace que caballero se me haga una palabra común, para nada cursi.

      Pero yo por mi parte la encuentro mucho mas acertada que señor. Y si a los orígenes hay que remitirse, hace tiempo que nos bajamos del caballo, igual que los ingleses no son gentileshombres ni los franceses señores de nadie, pero se usan habitualmente sin que suene mal. Aunque, como digo, es una visión muy personal, quizá marcada por la costumbre.

      Saludos,
      Javier Valencia

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  6. Muchas felicidades Lucio por este artículo tan lleno de imágenes, a través de las palabras.

    Lamentablemente la elegancias ha sido desplazada por la moda de las marcas, que en la gran mayoría de las ocasiones presentan prendas para ir a un desfile de máscaras, parecen ridiculos. Pareciera que la creatividad se les acabo a los diseñadores e inventan tendencias tontas.

    Este artículo es rico en sus contenidos. Gracias por compartilo.

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  7. La elegancia es una de las palabras mas tergiversadas y sacadas de contexto de todos los tiempos, el imperio de las marcas,de la vulgaridad y zafiedad extrema y exagerada tanto en pudientes como en los que no lo son tanto es ahora ya un tipo de comportamiento, en esto ha degenerado la sociedad, en admitir la excentricidad por parte de unos y de la zafiedad autoimpuesta por modas mediante otros.
    No , no es un cáncer que avance, sólo llega y crece en determinadas épocas y desciende en otras, pero eso no lo vemos, porque sólo tenemos ojos (cómo es normal) para nuestra sociedad.

    Por supuesto dentro de cuatro décadas a seguro alabarán nuestro estilo y lo compararán como yo acabo de hacer con el actual de esa época; ¿Y por que lo acabo de hacer?, porque soy parte de la sociedad, no puedo remediarlo.

    H.R.H

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  8. Conforme con que la palabra elegancia está totalmente tergiversada. De acuerdo. Pero quiero hacer una puntualización tajante y clara: aquí en España.

    No sé debido a que. Unimos nuestro sentido del ridículo, nuestra ignorancia, nuestro deseo perenne a igualarnos siempre por abajo, despreciando a las elites, de cualquier tipo, suponiendo que existan, nuestro tremendo complejo de inferioridad y demás atributos patrios, nos lleva a una enfermiza personalidad que nos lleva a machacar al que destaca.Todo ello trufado con el manido, pero tristemente real, enseña nacional que es la envidia.

    Actualmente aquí ser una persona educada, elegante, intelectualmente activa… está mal visto. No se soporta. Hay que ser masa, salvaje, grosera, protestona… eso es lo que se lleva. Sería realmente complejo averiguar por qué somos así. Solo te salvas si tienes mucho dinero, o creen que lo tienes, en este caso, de puertas afuera, te veneran.

    Pertenecemos a una misma cultura , tenemos mas o menos las mismas costumbres, pero nos comportamos de forma distinta. Vemos en ciudades como Paris, Londres, Nueva York en que los hombres se comportan de forma educada y visten elegantemente, sin complejos, y se ufanan en hacerlo. Y no hablemos de los italianos, punto y aparte, que se esfuerzan en que se les admire por su vestimenta.

    Por ello, insisto en la gran labor que se podría hacer. No hemos sido siempre así, por lo que una regeneración es posible. Saludos

    Para mi una de las máximas, que recuerde en estos momentos, que como tantas otras "enseñan" los colegios ingleses, y que definen lo que es un señor, sería: ser exigente consigo mismo y tolerante con los demás. Quizás clasista, pero también difícil.

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  9. A nivel de sastres en Madrid, dejando de lado a Gallo y Larrainzar, quien consideráis los sastres mas adecuados para trajes de uso diario en negocios? Tal vez Cordova o Cecilio Serna? Soy abogado y trabajo en Miami y el producto local en media esta en 1.500 eur y el estilo es de jugador de baloncesto NBA…hombreras inmensas, pantalones muy amplios, en fin, tengo que pasar por Madrid sin falta.

    Gracias

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  10. Anónimo, Cruz Arias en Milford (calle Velázquez) es una buena opción. Además: El Corte Ingles, Echevarría, etc. En el nivel de Gallo, o por encime, Calvo de Mora, EA ha revisado a Reillo y Joaquín Fernández Prats (Langa)

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  11. El paño con el que se construyen las prendas estilo "Chesterfield", es un tejido vegetal, similar al lino, cáñamo, yute o algodón. Para éste paño en concreto, se usan los tallos de la planta del tabaco, después de separarlos de las hojas, que se consumen como cigarrillos.

    Tanto la marca de los cigarrillos como la patente de dicho tejido son propiedad exclusiva de Philip Morris.

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  12. Excelente artículo, pero lamentablemente todo parecido con la realidad es pura coincidencia. Totalmente de acuerdo que la elegancia es una filosofía de vida, que no solo se manifiesta en el vestir, sino también en el comportamiento de la persona; pero todo es una careta para esconder los instintos más bajos de la especie humana. Sin ir muy lejos podemos ver "señores","caballeros" o "gentelman" impecablemente vestidos con unos ademanes refinados exquisitamente, pero que son delincuentes en los que la justicia tiene puestos los ojos; por ejemplo un duque de muy alto rango y palma entre otros muchos.
    También el conservadurismo hermético del artículo en el que se basa el concepto de elegancia en el vestir,refleja que forma parte de la estética decadente y trasnochada, dejando poco resquicio a la evolución en la industria de la moda.

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  13. Artículo interesante, aunque algo largo, farragoso y repetitivo. La claridad y la brevedad son también rasgos de elegancia. En cualquier caso, y al margen de quien pretenda lo contrario, los vaqueros no resultarán jamás elegantes. Prenda concebida para mineros en su origen, sólo ha logrado alcanzar un estatus de básico indispensable en el contexto de una sociedad mesocrática y mediocre. Es más un elemento uniformizador del vestir que otra cosa, independientemente de las marcas y de los diseñadores. Yo los uso poco y cada vez menos. Como prenda sport, los kakis son muy superiores.
    Un saludo

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  14. Si el vaquero es más "un elemento uniformizador del vestir que otra cosa" qué se supone que son el resto de "normas" del vestir, que algunos siguen aquí cuidadosamente (cosa que no me parece para nada mal), otorgándoles una superioridad moral a partir de un criterio puramente estético… Esta página, y en general la forma clásica de vestir es la que más me gusta, sin embargo, cada vez que se muestran claros signos de una confusión moral entre ética y estética no puedo hacer menos que reírme. Muchos en este lugar parecen confundir el deber ser moral con los criterios estéticos asociados a "lo bueno", en sentido nietzscheano, es decir, lo bueno es todo aquello que se asocia al poderoso, al rico, al "aristócrata". Por último quisiera apuntar que probablemente los mineros fueran bastante más "elegantes" en los años 20 en España que el 80% de la clase empresarial y política española hoy en día, atendiendo puramente a lo dicho por el Vicepresidente de "El Aristócrata". Saludos

    GTR

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  15. Respetados ciber-visitantes.

    Cordial Saludo.

    Mas que una mera lectura conceptual, este articulo reafirma la esencia de lo que es en realidad la elegancia, hermosa palabra de por si. Como se indica, una filosofía de vida, una visión de la vida que aun hoy día, estoy tratando de perfeccionar y desde luego de mantener. La raíz etimológica, el concepto, los pilares de la elegancia, los datos históricos, comparto plenamente todos los anteriores. En definitiva un articulo que solo los que tenemos a la elegancia como una prioridad y necesidad en nuestra vida lo entendemos a la perfección. Una vez mas como siempre me despido en este espacio, recuerden vivir con clase y elegancia sin importar las circunstancias de la vida.

    CRISTIAN DUۄA$

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