BESPOKE CXXV: MAISON BONNET

Rolls Royce, Patek Philippe, John Lobb Bootmaker, Romanée-Conti… marcas todas ellas asociadas al mejor producto hecho a mano y a la máxima exclusividad de su sector.[...]

Rolls Royce, Patek Philippe, John Lobb Bootmaker, Romanée-Conti… marcas todas ellas asociadas al mejor producto hecho a mano y a la máxima exclusividad de su sector. Si tuviéramos que añadir una marca de gafas a la lista esa no podría ser otra que Maison Bonnet, la casa de gafas a medida fundada a principios de la década de 1930 por Alfred Bonnet.

Si bien fue el señor Alfred Bonnet quien empezó el oficio fabricando gafas exclusivamente a mano, su hijo Robert fue quien veinte años después la popularizó mundialmente. Personajes de la talla de Aristotle Onassis, Jackie Kennedy, Saint Laurent, Le Corbusier y muchos otros rostros conocidos fueron clientes de la Maison durante sus años de mayor relevancia social.

Su hijo Christian se planteó cerrar el negocio, e insistió a quienes hoy dirigen la casa francesa que no se metiera en un oficio para el que no veía futuro.  A partir de los ochenta, las gafas a medida dejaron de estar de moda y las ópticas, tal y como las conocemos hoy, ocuparon su lugar. En el año 2000, Christian Bonnet recibió el título de “maître d’art” por parte del Estado francés, accediendo al pequeño círculo de creadores que cuentan con esta distinción —solo 74 en todo el país—, distinción que reconoce el savoir faire de los maestros de la tradición artesana.

Galardonada también en 2007 con el sello “Entreprise du Patrimoine Vivant”, la empresa está ahora dirigida por Franck y Steven Bonnet, miembros de la cuarta generación con tiendas solo en Londres y París. Aunque hoy desde cualquiera de ellas se hace todo el proceso de elección del modelo, toma de medidas y posteriores ajustes, en generaciones anteriores lo más frecuente era que esto ocurriera en casa del futuro propietario de las gafas. Solo el proceso de confección se realizaba en el taller.

Como negocio casi centenario y con clientes de tanta repercusión mediática no resulta extraño encontrar infinidad de anécdotas ocurridas en, sobre todo, su tienda francesa. Entre ellas la que ocurrió durante las elecciones que se disputaban Valéry Giscard d’Estaing, Jacques Chirac, uno de sus grandes valedores, y François Mitterrand, este último ganador de la contienda, todos ellos llevaban gafas Maison Bonnet.

Maison Bonnet no vende ninguna gafa a nadie que no vaya a ser el propietario final. Ósea, que es imposible comprar una gafa para un tercero pues todo futuro propietario debe pasar por la tienda a probársela antes de poderla comprar. De esta manera, cuenta Louis, responsable de la toma de medidas y ajustes de Maison Bonnet en Londres, “nos aseguramos que el cliente queda contento viéndoselas frente al espejo y que no haya nadie con unas gafas nuestras que le sienten mal”.

Fue precisamente François Mitterrand quien en 1973 acudió a la tienda a comprarse dos modelos en carey, su material más preciado. Cuando le preguntaron por qué no compraba solo una gafa y la otra cuando la necesitara, Mitterrand les dijo que Francia iba a firmar la Convención de Washington para la protección de las especies en peligro de extinción y la importación de carey iba a quedar prohibida. Christian Bonnet pidió un préstamo a su banco y compró todas las reservas que pudo encontrar, de las que sigue viviendo hoy la firma y por las que se siguen cobrando los importes más elevados.

Aunque somos muchos los que hemos preferido no pasar por el quirófano y seguimos llevando gafas, lo cierto es que las gafas son de esos complementos que los que las necesitamos más usamos y al que proporcionalmente menos prestamos atención. Tampoco el dinero invertido en ellas está acorde con el uso intensivo que de ellas se hace. Seguramente encontremos fácil justificar la compra de unos zapatos o un traje a medida, pero, sin embargo, hacerlo de unas gafas no parece tan habitual. Bastará comprobar el tiempo que pasamos con unos y otras para ver que, a priori, esto carece de sentido.

Cierto que la oferta que hoy encontramos de gafas RTW es enorme y difícil es dar con una que no siente bien. Sin embargo, poderlo dar con una con el material, las medidas y el mejor ajuste posible es otro cantar. Bastará con probar el ajuste milimétrico que se realiza en unas gafas pensadas solo para tu rostro para rápidamente encontrar defectos en las que tenemos en casa. Algo muy similar a lo que pasa al comparar un buen traje RTW con uno bespoke. Solo después de probar el buen bespoke uno entiende que su mejor traje RTW, por más que le guste, no estaba confeccionado pensando en su cuerpo.

Por motivos laborales paso mucho tiempo en Londres, concretamente en la zona de Mayfair, donde también se encuentra Maison Bonnet. Y fue allí donde hace unos meses acudí tras la obligatoria reserva de cita previa unas semanas antes. Vaya por delante que si no se cuenta ni con la disponibilidad o con el tiempo suficiente para visitar repetidas ocasiones la ciudad inglesa, mejor decantarse por otras opciones. Pero, de poder, os garantizo que es una experiencia de lo más recomendable.

Básicamente Maison Bonnet ofrece hoy tres opciones de gafas. Las conocidas como ‘Ready to Fit’, las ‘Made to Measure’ y las ‘Bespoke”. Aunque, de dejarnos llevar por lo escrito por las fuentes oficiales de la casa sobre estas tres opciones, podríamos pensar que ni Antonio López pasa con cada uno de sus cuadros hiperrealistas el tiempo que los artesanos de Bonnet pasan con sus gafas, lo cierto es que hay muchas horas de pura artesanía.

¿Qué diferencia a cada una de estas opciones? Básicamente, las gafas ‘Ready to fit’ son modelos existentes que se ajustan al rostro de cada uno de los compradores. Las ‘Made to Measure’ son también modelos existentes, unos 400 entre los que escoger, donde su diseño se alarga, se estrecha, se hace más ancho, se modifica el puente etc. Un MTM donde se puede escoger desde el material, el color, extremos más anchos, más delgados, la forma y ancho de la patilla con el resultado de una gafa única. Esta es sin duda la opción más popular de la Maison francesa. En los modelos “Bespoke” los dueños de Maison Bonnet acuden a tu casa y tras pasar una larga jornada intentando descifrar tu personalidad dibujan un modelo único para ti que no parte de ningún otro existente como en el caso de las RTF o de las MTM. Se trata de un modelo absolutamente único y prohibido de confeccionarse nuevamente si no es a su actual propietario.

¿Y por cuál me decidí? Pues, aunque entré convencido de que me haría con unas Made to Measure, terminé comprando unas Ready to Fit. ¿Y por qué? Por varias razones. En primer lugar, porque Maison Bonnet realiza todos los años 20 modelos RTF de los que elabora veinte unidades, cada una con unas medidas diferentes. Al no repetirse ninguna medida te expones a que tu medida exacta ya no esté disponible. Pero de tener algo de suerte y encontrar tu medida exacta solo de buscar un material concreto o un color tendría sentido acudir al MTM.

En segundo lugar, si no buscas un material exótico o tan codiciado como el carey o el oro, es también posible encontrar tu gafa sin acudir al MTM. Tercero, la técnica en que se han confeccionado las gafas “Ready to Fit” es exactamente la misma que se utiliza para realizar tanto las MTM como las Bespoke, Todas ellas se confeccionan en su taller francés de Bourgogne, variando solo los materiales utilizados y las medidas de la gafa. Pero los mismos artesanos elaboran unas y otras utilizando exactamente la misma técnica. Y por último, y más importante, estas gafas no son “Ready to Wear”, son “Ready to Fit”.

Es decir, en ningún momento escoges un modelo, te lo pones, te gusta y lo compras. Por el contrario, escoges un modelo, compruebas que esté en tu medida y Louis te dirá si debes acudir al MTM o con unos 45-60 minutos esa gafa puede amoldarse a tu rostro como lo haría una MTM. Solo si verdaderamente puede quedarte como lo haría una MTM te la ajustará. Si no, me temo, que tendrás que pensar en otra opción o en otra marca.

Unos 60 minutos son los que se necesitan para que el “Fit” sea perfecto. Ni que decir tiene que si con los meses o los años se necesitara algún tipo de ajuste solo tienes que pasarte por cualquiera de sus dos tiendas para que se realicen.

¿Y en qué consiste el proceso de ajuste de la gafa? En infinidad de ajustes. Ajuste según la circunferencia de tus orejas, la profundidad del puente de la nariz, la altura de las cejas, la anchura de la parte baja del rostro frente la altura de los ojos, la altura de los pómulos frente al extremo inferior de la gafa. Más otras muchas más estéticas que técnicas: ¿resalta las arrugas o las disimula? ¿quita naturalidad a tu mirada o la acentúa? ¿su color combina bien con tu tez y tu pelo? Todo ello se tiene en cuenta para saber si has tenido suerte con ese modelo RTF o mejor acudir al MTM.

Fue precisamente Louis quien tras escoger el modelo que más me gustó y probarme algunas medidas me dijo que con una serie de ajustes y pulidos carecía de sentido acudir al MTM. Algo a valorar teniendo en cuenta que la diferencia entre una y otra montura supera los mil euros. El color, un marrón relativamente claro, y su material de acetato de celulosa, material que resiste bien el ajetreo, caídas incluidas, del día a día resultaba perfecto.

De buscar unas gafas en escama de tortuga, material súper valorado por sus mejores clientes, en oro macizo o cuerno de búfalo habrá que acudir al MTM y, por supuesto, estar dispuesto a desembolsar, sobre todo por los dos primeros, cinco holgadas cifras.

El proceso de adaptación de las gafas está compuesto por, además de los ajustes mencionados, varias fotos, de cerca y de lejos – sorprende lo diferente que es mirarse a un espejo de solo cara o hacerlo a uno del cuerpo entero al cambiar totalmente el mensaje de las gafas. Igualmente, bastará verse reflejado en fotos para cambiar de opinión sobre qué gafa te sienta mejor.

Los modelos RTF en acetato cuestan entre 1.800 y 2.500 euros, los MTM entre 3.000 y 4.000 euros y los bespoke depende principalmente del material escogido pudiendo llegar hasta los 60.000 euros de ser el carey de color blanco. Cristales siempre aparte. Imposible encontrar unas gafas en cuerno de búfalo por menos de 3.500 euros y de carey por menos de 8.000 euros. Para el RTF se necesita, además de reservar la cita, un mínimo de dos horas para escoger y realizarse el ajuste de la gafa, y una prueba final para comprobar que las medidas siguen intactas tras incorporar el cristal, para las MTM dos meses y al menos tres visitas a la tienda y el bespoke entre 3 y 8 meses.

Aunque es cierto que el cristal no lo realizan ellos, te recomiendan encarecidamente el que no lo haga alguien fuera de su círculo de proveedores. El motivo expuesto tiene cierto fundamento. Los que usamos gafas habremos comprobado como la gafa al ponerle el cristal ajusta menos en la cabeza o sencillamente se ha abierto y el óptico debe nuevamente ajustarla. Igualmente, un cristal gordo puede sobresalir del contorno de los ojos de la gafa y afear el resultado final.

Como explica Louis, resulta una pena contar con una gafa tan buena y ponerle unos cristales pesados o, en cualquier caso, no tan excepcionales como la gafa. Aunque, efectivamente, mi intención era ponerle los cristales en España, finamente “de perdidos al rio” y otros 1.000 euros más que se añadieron a la gafa. Pero cierto es que, a falta de comprobar su resistencia al rayado, que los cristales eran verdaderamente ligeros.

Y a la pregunta: ¿merece la pena pagar más de 3.000 euros por las gafas “estándar” de Maison Bonnet? Pues, como todo en la vida, depende. 3.000 euros es el precio de partida de un buen traje a medida en España y probablemente lo usemos solo una o dos veces al mes. Las gafas, por el contrario, las usaremos si no todos, muchos días y, es de esperar que, varios años. Y, obviamente, llevar el nombre de Maison Bonnet tiene su precio.

Dicho esto, como apuntaba al comienzo del artículo, la variedad de modelos de gafas y de calidades entre las que escoger hoy es enorme. Alguna vez he comentado sobre la marca de gafas RTW que más me gusta, Jacques Marie Mage, y aun no siendo ningún experto en gafas, creo poder afirmar que su calidad nada tiene que envidiar a las de Maison Bonnet. De hecho, creo que los apliques interiores y su resistencia a la deformidad las hacen únicas – nunca las he tenido que llevar a ajustar. No obstante, si lo que buscamos es ese ajuste perfecto a nuestro rostro, ciertos detalles como en este caso la patilla partida que deja claro la procedencia de la gafa para el ojo entendido, una gafa de la que, como mucho, encontrarás solo diecinueve más en todo el mundo, y el poder llevar una marca legendaria de la artesanía francesa y escogida por personajes legendarios, entonces la opción Maison Bonnet es imbatible.

El Aristócrata

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COMENTARIOS

Un comentario

  1. Me ha encantado este artículo sobre uno de los accesorios más utilizados. Totalmente de acuerdo que la inversión vale la pena en relación a su uso.

    Gracias por compartir Aristócrata.

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