Todos tenemos hobbies, unos más caros otros más baratos, unos más sanos otros más canallas. Unos prefieren disfrutar en un sofá del placer de la lectura, otros escalar montañas. Y ninguno es mejor que otro, simplemente diferentes, además de compatibles. El problema es cuando, como en mi caso, se es muy disfrutón y se tienen muchos: sanos, canallas, intelectuales, caprichosos, perjudiciales… pero sobre todo muy pocos baratos. Pero sucumbir a ellos es un placer y por ellos nos matamos a trabajar, ¿no?
sábado, 19 de enero de 2019
sábado, 5 de enero de 2019
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